Page 39 - PORTAFOLIO DE LECTURA COMPRENSIVA._Neat
P. 39

Describe un relato de una historia leída( esbozo), e identifica sus


                  personales, lugares, y la intención del escritor.

                  Había una vez un fiero león que dominaba toda la selva que le circundaba. No en balde a estos
                  fuertes felinos se les suele conocer como el rey de esos parajes.
                  Animal que pasara por algún sitio cercano a él, animal que debía reverenciarlo y mostrarle sus
                  respetos, si es que quería evitar algún mal momento.
                  Un día, tras mucha actividad física, el león se echó en un descampado a tomar una siesta para
                  reparar  sus  fuerzas.  Estaba  tan  cansado  que  cayó  en  un  sueño  profundo  tras  tan  sólo  unos
                  segundos. Mientras dormía por allí apareció un pequeño ratón muy inquieto y juguetón, al que le
                  hizo gracia ver a aquel enorme león tirado en medio de la nada y roncando a pata suelta.
                  Al roedor le llamó esto tanto la atención que decidió encaramarse imprudentemente  en aquel
                  bulto  animal  y  empezar  a  jugar  allí.  Así,  corría  de  aquí  para  allá  sobre  el  cuerpo  del  león,  sin
                  percatarse que sus pasitos hacían cosquillas y perturbaban el sueño del fiero animal.
                  A  medida  que  fue  pasando  el  tiempo  para  el  león  se  hicieron  insostenibles  las  cosquillas  y
                  despertó abruptamente. Cuando se percató qué era lo que había provocado la interrupción de su
                  sueño  dio  un  zarpazo  tan  rápido  para  atraparlo,  que  el  pobre  ratón  no  tuvo  la  más  mínima
                  oportunidad  de  escapar.  De  esta  forma  el  león  tenía  aprisionado  al  roedor  entre  sus  garras  y
                  violentamente le preguntó:¿Quién diablos te crees que eres pequeño animal? ¿Acaso no sabes
                  quién soy? ¿Por qué eres tan imprudente como para interrumpir mi descanso? ¿No aprecias tu
                  vida? Soy el rey de la selva y todos me deben respeto. Nadie se atreve a molestarme y menos
                  mientras duermo.
                  Muerto de miedo y comprendiendo su osadía el ratoncito pidió clemencia al fiero animal.
                  -Lo siento señor. Juro que no volveré a cometer tal tontería. Le ruego me perdone la vida y estaré
                  en deuda eterna con usted. Quién sabe si pueda serle útil de alguna forma en el futuro.
                  -Útil tú a mí –dijo el león con sorna. –No seas tonto. ¿Cómo podrá un animal tan minúsculo como
                  tú ser útil o ayudar a un animal tan grande y poderoso como yo? Si fuera solo por eso, realmente
                  mereces morir por tus atrevimientos.
                  -No señor por favor –rogó el ratón. –Le pido reconsidere su decisión y deje vivir a este pobre y
                  tonto animalito. Juro que no volveré a molestarlo nunca más.
                  Al ver llorar sin medida al pequeño roedor, el león se apiadó de su caso y lo dejó vivir. Además,
                  estaba tan lleno por el atraco de comida que se había dado antes de dormir, que realmente un
                  pequeño ratón no haría la diferencia para su sistema digestivo.
                  Así lo soltó, no sin antes advertirle que si se volvía tan osado una próxima vez, no viviría para
                  contarlo.  Pasaron  días  después  de  esta  situación  y  resulta  que  en  una  jornada  como  otra
                  cualquiera el león andaba de caza por la selva.
                  Tan enfocado iba en una gacela que tenía más adelante, que no se percató de que estaba yendo
                  directo hacia una trampa hecha por hombres.
                  Sin margen para maniobrar y escapar, el león cayó presa de tales artilugios y se vio de pronto
                  atado por todos lados.
                  En vano trató de soltarse y de romper las cuerdas que lo ataban. Por mucha fuerza que tenía, el
                  amarre estaba hecho con tal ingenio, que la fuerza bruta del animal no podían hacer nada contra
                  él. De esta manera, para escapar y preservar su vida al león no le quedó más remedio que rugir y
                  gritar en busca de ayuda.
                  Sin embargo, asustaban tanto sus rugidos a los animales, que ninguno se atrevía a acercarse por
                  allí,  pues  pensaban  que  el  león  estaba  molesto  y  acercarse  a  él  podría  ser  dañino  para  su
                  integridad.

                                                             34
   34   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44