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JONÁS: LA HISTORIA DEL PEZ
MÁS GRANDE DEL MUNDO
Vino palabra de Jehová por vez a Jonás, diciendo:
Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama
en ella el mensaje que yo te diré. Y fue a Nínive conforme
a la palabra de Jehová. JONÁS 3: 1-3A
LA EXISTENCIA DE “OLAS co sur. Se ha informado de ba Jonás, hombres que ha- por la borda cualquier carga
DESCOMUNALES” NO SE otros incidentes similares bían cruzado las aguas del que no fuera necesaria, un Un poco tiempo antes, qui-
verifi có científi camente has- desde aquel año. Mediterráneo toda su vida, profeta hebreo –en aparien- zá sólo unas semanas o in-
ta el 1 de enero de 1995, Aunque no son frecuentes, nunca se habían encontrado cia- ajeno a las circunstancias cluso días, el Señor se había
cuando un muro de agua de las olas descomunales de- antes con algo parecido. No estaba profundamente dor- acercado a Jonás con una
veinticuatro metros golpeó muestran lo volátil y preca- cabe duda de que sobrevi- mido en la bodega del barco. orden sencilla: “Levántate y
de repente la plataforma pe- rio que puede resultar el mar vieron para contar historias La nave se movía de un lado ve a Nínive, aquella gran ciu-
trolífera Draupner en la cos- en condiciones extremas. de incontables tormentas a otro, pero increíblemente dad, y pregona contra ella;
ta de Noruega. Era de más En medio de una tormenta, en sus muchos viajes, pe- Jonás no. Fue sólo cuando el porque ha subido su mal-
del doble del tamaño de las olas de los océanos casi ro quizá ninguno había sido capitán del barco le despertó dad delante de Mí” (Jonás
cualquier otra ola registrada siempre alcanzan alturas de como ésta. El viento recio lo que hizo que Jonás fuera 1: 2). El mandato era claro y
hasta ese día, una anomalía siete metros y, en condicio- parecía enojado y vengati- consciente del caos y el gran directo: predica un mensaje
inesperada de proporciones nes severas, más de trece vo, al golpear al indefenso peligro de la tormenta. de arrepentimiento o juicio a
catastrófi cas. metros. En raras ocasiones, barco contra las barricadas Sin embargo, una vez des- los asirios en su ciudad ca-
pueden llegar a alcanzar al- masivas del continuo olea- pierto, Jonás ya estaba en pital de Nínive. Para Jonás,
turas mayores. Boyas de la je. El machihembrado de ta- medio de gran peligro. Cuan- sin embargo, someterse a
costa de Nueva Escocia, du- blas que formaban el casco do la tripulación echó suertes ese mandato era algo ex-
rante la infame tormenta de comenzó a astillarse y se- para ver a quién culpar por la traordinariamente difícil. En
Halloween de 1991 (conoci- pararse bajo tan terrible pre- ira de los dioses, Jonás fue vez de dirigirse al este hacia
da más comúnmente como sión. Ola tras ola inundaban señalado y sus sospechas Asiria, el titubeante profeta
“La tormenta perfecta”), re- la borda, cada una parecida se confi rmaron: él era el ob- huyó en la dirección opues-
gistraron olas en el Atlán- a una ola descomunal en su jetivo de Dios en la tempes- ta. Se subió a un barco que
tico de más de 33 metros. implacable furia e inexplica- tad. Esa tormenta, de hecho, se dirigía a Tarsis, el puerto
Golpeadas por los inten- ble magnitud. La tripulación el Señor la había enviado pa- más al oeste del Mar Medi-
sos vientos de huracanes y aterrada, aferrándose y te- ra castigarle por su fl agrante terráneo, cerca de la actual
tormentas tropicales, estas miendo que no sobreviviría, desobediencia y para dete- Gibraltar, en España. Pero
Aunque sólo ha sido vali- olas masivas son a la vez clamaba de pánico y deses- nerle, de modo que no siguie- pronto aprendería por las ma-
dado recientemente por la aterradoras y mortales. peración. Esa tormenta pa- ra huyendo aún más lejos. las que es peligroso intentar
ciencia, relatos de testigos recía personal. Y sin duda lo Con sus rostros desconcerta- escapar de Dios (cp. Salmo
oculares de tan aterrador fe- El capítulo de apertura de era. dos y ansiosos, los marineros 139: 7-12).
nómeno, contados por mari- Jonás está en medio de ese paganos miraban a Jonás en
neros supervivientes, se han tipo de tormenta intensa. La UN PÍCARO busca de una explicación. Jonás tenía sus razones pa-
transmitido durante siglos. meteorología moderna ha PROFETA ra huir en dirección contraria
El folclor marítimo está lleno documentado el desarrollo Entonces le dijeron a Nínive. La capital asiria es-
de historias de estas “olas de ciclones tropicales en el ellos: Decláranos ahora por taba situada junto al río Tigris
insólitas”, torres turbulentas Mar Mediterráneo: tempes- qué nos ha venido este mal. (en la actual Irak) y albergaba
de agua salada con depre- tades violentas que pueden ¿Qué ofi cio tienes, y de dón- una población de seiscientos
siones tan profundas y cres- producir vientos de más de de vienes? mil, haciéndola una metrópo-
tas tan altas que el océano 118 kilómetros por hora y ¿Cuál es tu tierra, li excepcionalmente grande
podría tragarse literalmen- crear como resultado gran- y de qué pueblo eres? Y él para ese tiempo. La ciudad
te a los barcos. Incluso des olas. Pero la tormenta les respondió: Soy hebreo, y fue construida originalmen-
barcos marineros moder- narrada en Jonás era cua- temo a Jehová, Dios de los te por Nimrod, el bisnieto de
nos son susceptibles al po- litativamente diferente de cielos, que Noé, que quizás se encargó
der de tales impredecibles cualquier otra ola que pu- Hizo el mar y la tie- de la construcción de la torre
e imprevisibles fuerzas de diera surgir de forma natural. rra. Y aquellos hombres te- de Babel (Génesis 10: 8-11;
la naturaleza. En 2001, dos Jonás 1: 4 explica que “Je- mieron sobremanera, y le 11: 1-9). Se había converti-
barcos cruceros, el MS Bre- hová hizo levantar un gran dijeron: ¿Por qué has hecho do en la capital de una nación
men y el Caledonian Star, viento en el mar”, indican- Mientras los marineros gen- esto? Porque ellos sabían enemiga pagana y represen-
fueron gravemente afecta- do que su causa era sobre- tiles se afanaban por so- que huía de la presencia de taba todo lo malo que los is-
dos por una ola descomunal natural. Los experimentados brevivir con desesperación, Jehová, pues él se los había raelitas odiaban.
de 32 metros en el Atlánti- marineros con los que viaja- achicando agua y tirando declarado. (Jonás 1: 8-10)