Page 132 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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parecía un lugar mucho más alegre, nadie sospecharía que allí vivía un fantasma.

               Todo estaba limpio, brillante y ordenado… incluyendo los objetos que
               adornaban la sala como las dos pelucas, la barba falsa, el disfraz de orangután,
               unas charolas michoacanas y las doce bacinillas.


               —Has hecho un buen trabajo, como siempre —dijo el tío Chema, satisfecho—.
               Te mereces un buen cuento.

               Fui al sillón y me desplomé, me dolían el cuello, los brazos, la espalda. Más

               valía que el relato del arrullero fuera muy bueno porque iba a estar acalambrado
               varios días.

               Mi tío flotó hasta el otro sillón (ya no tenía caso que fingiera caminar como los

               vivos) y comenzó a hablar con la espectral voz del doctor Catafalco.

               Un cuento de horror contado por un fantasma. Vaya, ese era un lujo que pocos
               pueden presenciar.
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