Page 35 - La niña del vestido antiguo y otras historias pavorosas
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La imaginación no siempre es fecunda
Desfalleciente se resignó a ser atrapado por aquella fiera —mitad hombre,
mitad demonio— cuya piel de reptil secretaba un olor nauseabundo y que tenía
sobre la frente dos cuernos enroscados y negros de mirada penetrante como
daga. Le hundió los dedos asquerosos en la garganta a la vez que le ponía su
hocico sobre la boca y le cogía la lengua, la jalaba con sus dientes de piraña y
la hacía suya de una mordida. Un borbotón de sangre salpicó su rostro ajado,
lleno de cicatrices y costras. Quiso gritar pero solo expulsó algunas sílabas
ensangrentadas…
—Este me gusta mucho. Es uno de mis favoritos.
—Ah. Está bien.
—Ya había leído otros libros suyos. Pero nunca imaginé que tuviera un hijo en la
misma secundaria donde yo estudio. ¡No manches! De pura casualidad supe eso.
Pero me debí haber dado cuenta por tu nombre.
—Tampoco es la gran cosa, Ciro.
—Me encantaría conocerlo, hablar con él. Tú debes de platicar mucho con él.
—No. Casi nunca.
—¿Nooooooo? ¡Qué raro!
—Es que no lo conoces. Se la pasa encerrado en su estudio escribiendo como
loco.
—Pues, la verdad, me gustaría conocerlo. ¡No sé cómo se le ocurren monstruos
tan siniestros! Es el maestro de las criaturas extrañas y abominables.
—A mí no se me hacen tanto. Será que ya me acostumbré.