Page 108 - Manual del Usuario - Las últimas herramientas tecnológicas para aplicar en el salón de clases
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TESI, 11 (3), 2010, 203-229

                  son  versátiles (utilizables en diferentes formas),  inestables (cambian rápidamente) y
                  opacas (su funcionamiento interno está oculto al usuario).

                  La versatilidad de las tecnologías digitales hace que, por ejemplo, el ordenador sea una
                  herramienta única para almacenar, distribuir y ayudar a manipular una variedad de
                  sistemas de símbolos. Puede simular el  funcionamiento de cualquier otro medio,
                  constituyéndose en un meta-medio, con posibilidades para la representación y expresión
                  como nunca antes han existido. Esta naturaleza versátil también significa que las
                  tecnologías digitales hacen cosas muy diferentes según quién y para qué las utiliza. Es
                  la razón por la cual el ordenador tiene aplicación prácticamente en cualquier campo de
                  actividad humana. Sin embargo, su versatilidad también convierte al ordenador en una
                  herramienta compleja en su uso y difícil en su aprendizaje. No ha de sorprender que su
                  introducción en las aulas complique la actividad del profesor.

                  La  inestabilidad de las TIC se manifiesta de dos formas. Por un lado, no existe un
                  conocimiento estable y duradero para el  aprendizaje de estas tecnologías. Su
                  obsolescencia se manifiesta en ritmos de cambio muy acelerados que son difíciles de
                  asumir por muchos usuarios. Se necesita estar continuamente al día de las demandas
                  novedosas de estas tecnologías, es decir, ser un aprendiz continuo. Por otra parte, las
                  tecnologías digitales no suelen tener un comportamiento fiable debido a su continua
                  modificación y mejora. El software es un producto nunca acabado, siempre por pulir,
                  susceptible de ser alterado para cumplir nuevas funciones. Esto afecta a su calidad y
                  obliga al profesorado a moverse en el terreno de la ambigüedad, la frustración y el
                  cambio. Para algunos profesores esto es difícilmente asumible y admisible dentro de un
                  aula.

                  Por otra parte, el funcionamiento interno de la mayoría de las tecnologías digitales es
                  opaco para quienes las utilizan. Esta cualidad hace que la interacción con el ordenador
                  sea simbólica y, con frecuencia, arbitraria. El hecho de que la mayoría del software esté
                  diseñado para contextos no educativos contribuye aún más a esta opacidad. Adaptar
                  software de propósito general del entorno laboral (p ej. las hojas de cálculo) a la práctica
                  escolar requiere trabajar a través de esta opacidad para reconfigurar y modificar sus
                  propósitos iniciales a las necesidades educativas (Koehler & Mishra, 2008).

                  La preparación de los profesores en los  usos educativos de la tecnología es un
                  componente clave en todos los planes de  reforma educativa y factor clave en el
                  desarrollo de Buenas Prácticas educativas con TIC (Area, 2004; Casanova, 2007;
                  Correa y Blanco, 2004; De Pablos y Jiménez, 2007; Raposo et al., 2006; Valverde et al.,
                  1999; Valverde, 2002). Aunque las administraciones educativas han dedicado en los
                  últimos años un importante esfuerzo en la formación tecnológica del profesorado en
                  ejercicio, lo cierto es que en la actualidad aún son muchos los profesores que no se



                                     Jesús Valverde Berrocoso, María del Carmen Garrido

                                                                                                                                                   209
                                              Arroyo y Rosa Fernández Sánchez
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