Page 6 - Auge y caída del antiguo Egipto
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A Ben y Ginny







               Conocí a un viajero de una antigua tierra

               que me dijo: «Dos enormes piernas de piedra se yerguen

               sin su tronco en el desierto. Junto a ellas,
               semihundido en la arena, yace un rostro destrozado;

               su ceño fruncido, la mueca de sus labios y su desdén de frío dominio

               revelan que su escultor comprendió bien esas pasiones
               que todavía sobreviven, grabadas en la materia inerte,

               a la mano que se mofó de ellas y al corazón que las alimentó.

               Y en el pedestal se leen estas palabras:

               “Mi nombre es Osimandias, rey de reyes:
               ¡Contemplad mis obras, oh poderosos, y desesperad!”.

               No queda nada más. En torno a la decadencia

               de aquellos colosales restos, infinitas y desnudas,
               las solitarias y llanas arenas se extienden hasta el horizonte».



                                                                PERCY BYSSHE SHELLEY, «Osimandias»
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