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Un viaje a través del waṣl y el faṣl. Mujer y sexualidad en el pensamiento de Ibn ῾Arabī  95





               noción de otredad que ella personif ca: no pertenece al ámbito público, crea la morada,
               el hogar, la esfera de lo privado. A pesar de que la cultura occidental está generalmente
               asociada a la emancipación de la mujer, se podría argüir que algunas reminiscencias de
               la distinción aristotélica que tienen que ver con el lugar de la mujer han sobrevivido a lo
               largo de las expresiones del pensamiento moderno. Se podría, incluso, argumentar que las
               mujeres en la cultura occidental se emanciparon del constructo físico y arquitectónico del
               hogar pero su presencia en la esfera pública seguía viéndose con cierta hostilidad debido
               a  la  asociación  clásica  con  su  estado  de  pertenencia  al  ámbito  privado.  Esto  representa
               justamente lo contrario de la perspectiva akbarí en la que el hombre representa el hogar.
               Aunque las asociaciones que traza Ibn ῾Arabī emanan de la arcaica historia teológico-mística
               de la creación, presenta lo femenino y lo masculino como una dualidad orgánica en la que
               las partes se desean mutuamente con la misma intensidad. Las mujeres, según la lectura
               que hace Ibn ῾Arabī del relato de la creación, no tratan de alcanzar a los hombres debido a
               las estructuras patriarcales de la sociedad que la informan de que su presencia en la esfera
               pública no es bienvenida. Tanto hombres como mujeres buscan vehementemente esa unidad
               que realice su teleología originaria.

               El hombre ama y es movido por el deseo de aproximarse a la mujer porque esta fue creada
               según su propia imagen, así pues, se mueve hacia sí mismo, para amarse y conocerse a sí
               mismo. Este, como explica Ibn ῾Arabī, es el mismo movimiento de deseo de Dios hacia
               el hombre que fue creado a Su imagen. La creación del hombre alteró la unidad original
               pasando del “Dios y nada aparte de él” al “Dios y todo lo que no es Él”. De igual modo, la
               creación de la mujer marca una disección en la unidad que había cuando lo único existente
               era el hombre. Por este motivo, el amor de Dios hacia la humanidad es paralelo al amor
               del hombre por la mujer: es el amor, deseo y anhelo de realizar la unión completa con uno
               mismo, tal y como este se ref eja en el espejo del Otro. La motivación para unirse a través
               del amor en la unidad orgánica de la existencia primordial es satisfecha en el plano físico a
               través de la unión sexual:

                      La mayor unión es la del hombre y la mujer, pues corresponde a la orientación
                      de Dios hacia aquel a quien ha creado según Su propia imagen para hacer de
                      él Su vicerregente, de modo que pueda verse a Sí mismo en él.
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               Este denso fragmento desvela el concepto doctrinal de la unión sexual en el pensamiento de
               Ibn ῾Arabī. En él se af rma que la unión completa del hombre no es un mero instrumento
               para triunfar sobre la alienación con respecto al otro sexo, sino que esta aproximación recrea,
               pues es paralela a él, el acto inicial de creación del ser humano. Por lo tanto, podemos af rmar
               que el sexo y la carne no son sólo herramientas para vencer la caída sino que la unión sexual


               25 Austin,  e els of   isdom, p. 275.
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