Page 78 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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te me seas propicio, y concedas el honor de enviarme uno de tus
más humildes mensajeros, para que pueda, por su mediación, lo-
grar lo que con grande acatamiento y veneración me propongo
pedirte. No mires en mí un soberbio ni un escéptico que se atreva
por orgullo a molestarte. Mira, en mí, ¡oh, poderoso Adonay!,
el más pequeño de los seres que en la creación viven y moran,
postrado humildemente ante la Divina Majestad de su Dios y
Creador, a quien suplica con verdadero y gran deseo, poder co-
nocer por mediación de sus espirituales mensajeros, un destello
de su gloria inmaculada.
'Lleguen también mis súplicas a todos los espíritus celestes
superiores, para que ellos intercedan por mí ante el glorioso trono
del Altísimo, Soberano Hacedor de todo lo creado a fin de que
se digne por la poderosa intercesión de los ángeles de luz, Eloim
y Jehovam acceder a este mi humilde ruego.
"He procurado hacerme lo más perfecto posible en la pobre
y nunca satisfecha condición humana, a fin de que me juzguéis
digno de poder contemplar vuestra gloriosa excelsitud. Perdonad-
me los defectos que todavía no haya desechado y no los hagáis
causa de vuestro enojo y severidad.
"Vuelvo a invocaros a todos nuevamente, y en general a los
poderosos Adonay, Eloim y Jehovam para que se vea satisfecho
mi deseo en esta hora, siendo testigos los astros que ejercen su
poderoso influjo sobre el estrellado firmamento.
"Venga vuestra radiante luz en forma del glorioso mensaje-
ro, y reciba por su mediación los dones de sabiduría, del honor y
de la gloria, hasta que, purificado de todas las impurezas de la
carne inherentes a las flaquezas de la humana y siempre defec-
tuosa naturaleza, pueda contemplaros en toda vuestra Soberana
Majestad y gloria. Sea bien acogida esta mi humilde súplica, y
eternamente os tributará adoración y homenaje mi corazón sin-
cero y agradecido".
Ésta invocación o plegaria deberá repetirse cuatro veces, du-
rante cuatro noches elevando el alma a Dios y la vista al firma-
mento estrellado.
La última noche, y al terminar la última invocación, se per-
cibirá una música muy dulce y melodiosa acompañada de coros
celestiales. Se notará una claridad diáfana que irá aumentando
progresivamente, subiendo poco después la visión celeste en forma
de un ángel de luz, de belleza incomparable, rodeado de infinitos
espíritus celestiales que le acompañarán incesantemente, forman-
do verdadera guardia de honor, con voz dulcísima y sonora os dirá
estas o parecidas palabras:
—Yo soy el enviado como mensajero de la Divina Majestad.
Tus ruegos han sido entendidos, más para lograr sus mercedes, es
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