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}J(Ira preparar una tinW rcípida: otTome la misma cantidad de nuez de agalla que
en la receta anterior y pártala de tguaJ forma; añada las trefi pintas de vino. Póngalo
todo a fuego lento hasta que hierva ligeramente, sin dejar <Jc remover, hasta que una
t(!rcera parte de la mezcla se haya evaporado por efecto del calor. Sáquela del fuego
y ariada un cuarto de librél de sal Je cobre m ien1ra::. está todavía tibia. Remueva un
poco méls y déjela reposar ha1.ta el día 5iguiente. Coja un tarro y filtre en él la mezcla
a través de un paño. A1iada por fin la goma, y la tinta estaréi casi lista para ser
utilizada •
Para preparar tinta roj(l bermelfón: ~Triture bermellón con un poco de agua
ltmpia hasta que se ponga amarillento; colóquelo sobre un trozo de tiza para que
pierda el exceso de humedad. Cuando este polvo de bermellón esté suficientemente furm¡¡ de sujetar la pl11 ma •para escribir
seco, métalo en una caja. Cuando desee utilizarlo, tome tanto como quier;;t y mézclelo la IE"tra itálica•, segu n Jan V<lll den Velde,
procedente de Spieghel der Schrijf-Konste.
con clara de huevo hasta que espese cuanto se desee. Déjelo luego secar al sol dentro
Rolle• da m, 1605.
de un vaso, tras lo cual pued~ ponerlo otra vez en una caja añadiendo un poco de
agua y clara de huevo. Y si aparecen burbujas, añada cera tle sus orejas (cerumen).~
Para preparar tinta dorada: ,Tome sal de amonjaco y agua de goma bastante
espesa y tritúrela hasta obtener una mezcla blanca. Triture un pan de oro durante
más de \lna hora y ponga la mezcla en una copa de vidrio con agua de lluvia pura y
tibia. Remuévalo todo y déjelo reposar. Cuando el oro se hayn posado en el tondo
de la copa, quite el agua y añada más, varins veces, hasta que la grasa haya
desaparecido. Deje secar el oro así obtenido y cuando desee utilizarlo, mézclelo
con un poco de goma muy diluida.•
Para preparar tinta blanca: «Triture albayalde o cerusa con agua de goma fuerte.
El carbonato de plomo mezclado con clara de huevo produce también un efecto
agradable.•
Pura escribir en blanco ~in tiTILa blanca: •Mezcle una yema de huevo con un poco
de agua. Escriba con esta mezcla. Luego, cuando todo esté seco, pinte el papel de
negro. Tras el secado, quite la yema de huevo con un raspador y aparecerán las letras
blancas.~
El barniz para escrihir: •rome cáscaras de huevo. Límpielas y retire la membrana
in tenor. Triture los pedazos en un mortero hasta obtener un polvo fino y páselo por
lln tamiz. Al mismo tiempo, coja resina. tritúrela y tamice de F1uevo. Deberá mezclar
dos medidas del polvo de cáscara por una de resina. Seguidamente espolvoree
la ~uperficie de la hoja con la mixtura así obtenida; de esta forma conseguirá un
c;oporte para la escritura muy liso y agradable.»
Pom preparar la clara de huevo: «Bata la clara de un huevo a punto ele nieve.
Si inclinamos eJ vaso que la contiene, la darél montada no debe flu ir. Deje reposar
después esta espuma durante 1111 día o una noche y se convertirá en un l(quido
claro como el agua. De esta forma podrá obtener lo que llamamos clara de huevo.
Es recomendable utilizarla mientras el huevo aún esté fresco.» Diagrama ilustrativo de los diversos trazos de
Recordemos, a modo de conclusión, que este breve ensayo constituye un recorrido pluma, ~egún David Roelauds, 1 ó 16.
ideal a traves JeJ siglo ele oro de la caligrafía flamenca, un período artístico de
mclellnible encanto que hemos visto nacer, alcanzar su plenitud, y que hoy día
parece remoto. Efectivamente, se extinguió con el siglo XVII en la contemplación
de una belleza irreal, barroca y refinada. Quizá sea en su exacerbado lirismo donde
res1da la grandeza de este arte del que hemos analizado los aspectos más diversos y
que, tras haberse extendidCJ por Europa. sigue inspirando obras notables. El saber de
Véln den Velde se man1 iene vigente y la herencia de los maestros flamencos todavía
representa un tesoro de tormas inagotables, una fuente de inspiración de la que la
cal1grafía contemporánea puede beber a placer.
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