Page 26 - VALORES DE 1º ESO
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Carmen Ramos Vicario1º- ESO-B
Era verano y un grupo de tripulantes científicos iban a zarpar rumbo a América para
conseguir una flor especial y hacer con ella un medicamento contra la fiebre. Por los
camarotes caminaba el capitán Andrés. Era alto y delgado. Sus ojos eran azules como el
mar y su gorra dejaba entrever su cabello rubio y liso. Era impecable con su chaqueta
blanca de capitán. A simple vista era serio, pero en realidad era una persona sensible y
humilde, con sus ideas claras, por supuesto. Mientras caminaba por los pasillos se encontró
a su gran amigo Julio, el primer oficial. Julio era alto y rellenito. Sus ojos eran castaños, su
cabello rojo y rizado como el atardecer. Aunque era el primer oficial, vestía una camisa de
cuadros y unos pantalones piratas porque a él le gustaba estar cómodo. Era una persona
estricta y severa, pero tenía su lado sensible y hacía reír a todos. Los dos se dieron un
abrazo como buenos amigos y dieron la orden de zarpar.
Todo el barco estaba muy alegre. Después de un rato navegando, notaron que la
corriente del océano era más fuerte de lo normal. El capitán fue a ver qué pasaba y vio una
gran cascada. Los tripulantes estaban muy nerviosos y asustados, pero el capitán los
tranquilizó. En realidad lo que había pasado era que el océano se había partido en dos.
- Tengo una idea- propuso el primer oficial-. Cogeremos unas redes, las clavaremos
a los lados de los pasillos y nos tiraremos por la cascada, así cuando caigamos, chocaremos
contra ellas y no nos pasará nada.
Tras reflexionar un buen rato el capitán dijo:
– Me parece que no es una buena idea Julio.
Pero el oficial le contestó:
– Tranquilo, Andrés, confía en mi.
El capitán confió en él y le hizo caso. Los tripulantes acataron las órdenes del
oficial, cogieron las redes, las clavaron en las paredes y se prepararon para la caída. Al
cabo de unos minutos el barco cayó por la cascada y afortunadamente cayó bien y todos se
salvaron gracias al oficial. Se puede confiar en él. Al día siguiente llegaron a América y
cogieron la flor para hacer el medicamento. Ahora en el viaje de vuelta ninguno tenía
miedo, porque sabían que podían confiar en el oficial y en el capitán.