Page 65 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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la cual cortaban el muérdago del roble, y el cornan, o cetro en forma de

          creciente, símbolo del sexto día de la luna creciente y también del Arca de
         Noé. Un antiguo iniciado de los Misterios Druidas relató que la admisión a

        sus ceremonias de media noche se ganaba por medio de una barca de cristal

            llamada Cwrwg Gwydrin. Esta barca simbolizaba la luna que, cuando

            flotaba sobre las aguas de la eternidad, preservaba las semillas de las
                 criaturas vivientes dentro de su creciente semejante a una barca.








  Para alcanzar la posición elevada de archidruida, o jefe espiritual de la organización, el
  sacerdote  tenía  que  superar  los  seis  grados  sucesivos  de  la  orden  druídica.  (Los

  miembros de los distintos grados se distinguían por el color de su faja, porque todos

  llevaban vestiduras blancas. Algunos autores opinan que el título de archidruida era

  hereditario y que pasaba de padres a hijos, aunque es más probable que el honor se
  concediera por votación. Su titular era elegido entre los miembros más sabios de los

  grados druídicos superiores, por sus virtudes y su integridad).

       Según James Gardner, en Britania solía haber dos archidruidas: uno residía en la
  isla de Anglesey y el otro en la isla de Man. Se supone que había otros en la Galia.

  Estos dignatarios por lo general llevaban un cetro dorado y una corona de hojas de

  roble como símbolo de su autoridad. Los miembros más jóvenes de la orden druídica
  iban  afeitados  y  vestidos  modestamente,  mientras  que  los  más  ancianos  llevaban

  largas barbas canosas y espléndidos adornos dorados. Como el sistema educativo de

  los  druidas  británicos  superaba  al  de  sus  colegas  del  continente  europeo,  muchos

  jóvenes gajos eran enviados a escuelas druídicas en Britania para recibir instrucción
  filosófica.

       Éliphas Lévi afirma que los druidas vivían en rigurosa abstinencia, estudiaban las

  ciencias naturales, guardaban el secreto más estricto y solo admitían nuevos miembros

  después de prolongados períodos de prueba. Muchos de los sacerdotes de la orden
  vivían en edificios bastante similares a los monasterios actuales. Se reunían en grupos,

  como  los  ascetas  del  Lejano  Oriente.  Aunque  el  celibato  no  era  obligatorio,  pocos

  contraían matrimonio. Muchos de los druidas se retiraban del mundo y vivían como
  ermitaños  en  cuevas,  en  casas  toscas  de  piedra  o  en  pequeñas  chozas  en  medio  de

  algún bosque, donde oraban y meditaban y de las que solo salían para cumplir sus

  obligaciones religiosas.

       En  su  Ten  Great  Religions,  James  Freeman  Clarke  describe  como  sigue  las
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