Page 68 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 68
los sacerdotes iniciados. Para ingresar en la orden, el candidato tenía que ser de buena
familia y de moral intachable. No se le confiaban secretos importantes hasta que no
hubiese sido tentado de muchas formas y la fortaleza de su carácter no hubiese sido
sometida a duras pruebas. Los druidas enseñaron a los pueblos de Britania y la Galla
acerca de la inmortalidad del alma. Creían en la transmigración y, aparentemente, en la
reencarnación. Pedían prestado en una vida y prometían devolver en la siguiente.
Creían en un infierno purificador en el que expiarían sus pecados para pasar después
a la felicidad de la unidad con los dioses. Los druidas enseñaban que todos los
hombres se salvarían, pero que algunos debían regresar a la tierra varias veces para
aprender las lecciones de la vida humana y para vencer el mal inherente en su propia
naturaleza.
Antes de que se confiaran a un candidato las doctrinas secretas de los druidas,
tenía que jurar guardar el secreto. Aquellas doctrinas se transmitían solo en la
profundidad de los bosques y en la oscuridad de las cuevas. En aquellos sitios poco
frecuentados se instruía al neófito acerca de la creación del universo, las
personalidades de los dioses, las leyes de la naturaleza, los secretos de la medicina
oculta, los misterios de los cuerpos celestes y los rudimentos de la magia y la
hechicería. Los druidas tenían gran cantidad de días festivos. La luna nueva y la llena
y el sexto día de la luna eran períodos sagrados. Se cree que las iniciaciones solo se
celebraban durante los dos solsticios y los dos equinoccios. Al amanecer del
vigésimoquinto día de diciembre se celebraba el nacimiento de la divinidad solar.
Según algunos, las enseñanzas secretas de los druidas están teñidas de la filosofía
pitagórica. Los druidas tenían una virgen madre con un niño en los brazos que era
sagrada para sus Misterios y su divinidad solar resucitaba en la misma época del año
en la que los cristianos actuales celebran la Pascua.
Tanto la cruz como la serpiente eran sagradas para los druidas, que, para hacer la
primera, cortaban todas las ramas de un roble y sujetaban una de ellas al tronco para
formar la letra te. Aquella cruz de roble se convirtió en símbolo de su divinidad
suprema. También adoraban al sol, la luna y las estrellas. La luna era objeto de
especial veneración. César afirmaba que Mercurio era uno de los dioses principales de
los galos. Se supone que los druidas adoraban a Mercurio con la apariencia de un
cubo de piedra. También sentían gran veneración por los espíritus de la naturaleza
(hadas, gnomos y ondinas), pequeñas criaturas de los bosques y los ríos a los que
hacían muchas ofrendas. A continuación, la descripción de los templos de los druidas
que hace Charles Heckethorn en The Secret Societies of All Ages & Countries: