Page 145 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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La dejaron caer en el suelo sin miramientos.


                    —Más vale que esté bien —habló una voz del pasado de Saffy. Una voz atada a
           un goblin que ella despreciaba con cada fibra de su ser. Un goblin que ella había esperado

           no tener que ver jamás por el resto de su vida.

                    Debía guardar silencio. No darle ninguna gratificación. Pretender cooperar con

           cualquier ruin, despreciable intriga que estuviera planeando.


                    El saco se abrió y ella pestañeó, cegada momentáneamente por la luz. Unas manos
           ásperas sujetaron sus brazos y la mantuvieron quieta mientras un cuchillo cortaba las
           sogas. Entonces la pusieron de pie.


                    —Oye, oye, ¿qué le hicieron? —llegó una voz aborrecida—. Su cara está…


                    Con un rugido de furia avivado por tantos años de latente resentimiento, Saffy
           logró zafarse de los dos matones a cada lado y lanzarse como un mini-cohete con ardiente

           cabello rojo, hacia su archienemigo.

                    El símbolo de la miseria, la frustración y la ira.


                    Tuvo la satisfacción de ver esos pequeños ojos abrirse con horrorizada sorpresa y

           sus manos grandes y anchas ir hacia su cara.

                    —¡Tú mentiroso, manipulador, holgazán, horrible, malo, sucio miserable! —giró

           Saffy, sus manos, dedos se volvieron garras alargadas para sacarle los ojos.

                    Trágicamente,  los  matones  la  detuvieron  antes  de  que  pudiera  rasguñar  ocho

           perfectas arrugas en esa fea cara verde. Un harapiento trapo con quién sabe qué fétido
           material fue introducido a su boca y volvieron a atarla de nuevo. ¿Alguna vez aprendería
           a mantener su temperamento bajo control? Aparentemente no. Entonces de nuevo, ese era

           Grizzek.  Él  se  merecía  todo  lo  que  pudiera  arrojarlo.  El  simple  pensamiento  la  hizo
           retorcerse con ira impotente.


                    —Cambiarás  de  parecer,  nos  encargaremos  de  eso  —dijo  el  más  grande  y
           corpulento.


                    —No hay necesidad, Druz —dijo el detestable cobarde—. Ustedes lárguense. Yo
           me encargo.


                    Saffy siguió retorciéndose mientras Grizzek mostró la salida a los matones.


                    —¡Hola, Saffy! ¡Hola, Saffy!







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