Page 147 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—¡Es mi perico!


                    —No,  lo  hicimos  juntos.  Vamos  —dijo  casi  con  expresión  herida—,  debes
           recordarlo. Fue nuestro primer regalo de aniversario para el otro.


                    También había sido el último. Saffy no quería pensar lo locamente enamorada que
           estaba de ese tonto verde. Bueno, corrigió, simplemente loca, por lo menos.


                    —Además. Agárrate a tu sombrero un minuto y lo entenderás.


                    —¡Tus rufianes tomaron mi sombrero! —gritó detrás de él mientras él se alejaba.
           Su hermoso y antiguo casco que le dieron expresamente para esa misión.


                    —Ellos no son mis rufianes —dijo—. Nunca te hubieran herido si hubieran sido

           mis rufianes. O tus camaradas. Sabes que no trabajo de esa forma, Punkin.

                    —¡No me llames así! —se tensó contra las sogas con toda la fuerza de su pequeño

           cuerpo, pero los nudos eran buenos. Por supuesto que los nudos eran buenos. Estamos en
           Tanaris, cerca del océano. Todos son marineros. Incluso los rufianes.


                    Ella estaba hambrienta, sedienta, quemada por el sol y exhausta y cedió contra las
           ataduras.


                    —Aquí —Grizzek dijo casi con amabilidad y tomó una de sus manos que estaban
           atadas detrás de su espalda. Saffy se retorció con molestia, pero él presionó algo en su

           palma y cerró los dedos a su alrededor.

                    Ella jadeó una vez. El dolor en su quemado y amoratado rostro se calmó. Su boca

           ya no estaba seca ni su estómago gruñía por comida. Se sentía alerta, fuerte, aguda. Su
           mirada se dirigió al perico.


                    —Hay cerca de cinco cosas diferentes que puedo hacer para mejorar a Feathers si
           me das una llave inglesa, tres pares de tornillos y un buen destornillador —anunció. Y
           después parpadeó.


                    ¿Cómo supo eso?


                    Grizzek soltó su mano. Ella mantuvo su puño bien cerrado alrededor de… lo que
           fuera que estaba presionado contra su palma.


                    Se movió detrás de ella, sentándose en una sola silla, observando su reacción.


                    —Es algo, ¿no es así? —dijo, su voz suave y llena de devoción.


                    —Sí —exhaló, tan sobrecogida como él.




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