Page 43 - Cómo aprendimos a volar (II Edición)
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A los 18 años volví a Saraguro, ya mis hermanas mayores se habían ido de casa, unas bien casadas, otras escapándose, antes no se podía llegar a la casa con sus novios como ahora, en ese tiempo te caía una gran paliza. Muchas veces pienso que fui la más cobarde de mis her- manas, que me faltó valor para salir de casa y escaparme, pero por eso creo que estoy libre aún.
Cuando terminé el colegio no pude ingresar en seguida a la uni- versidad, por la parte económica. Después
decidí arriesgarme y
salir a una ciudad a
buscar algún modo
de estudiar: primero
buscar una carrera
en la que tenga
tiempo para estudiar
y trabajar, luego encontrar una familia con quien vivir. Así pude matricularme, estudiaba y traba- jaba y cuando podía regresaba a Saraguro donde mi familia. Para ese entonces las cosas ya eran muy diferentes, cada vez que podía, mi mamá me apoyaba con lo que podía; mi vida era como un día de arcoíris, era feliz, aunque tenía algunas nubes, pero la luz era más resplandeciente que ninguna otra cosa.
Cuando egresé de la Universidad, el Padre Pepe, un cura que dejó grandes cosas para la gente con más necesi- dades en Saraguro, me invitó a ser parte de un proyecto para mujeres. Así se creó el Refugio para Aves en 1999, desde enton- ces aquel lugar ha sido la casa de muchísimas mujeres que han llegado por distintos problemas.
Este caminar como muje- res nos va dejando huellas, no solo de dolor y sufrimiento, sino
también de apoyo y alegría. Nos hemos podido apoyar entre mujeres, para apoyar a más mujeres. En este camino tengo muchos agradeci- mientos: agradezco a la CEPAM, a la
Corporación Mujer a Mujer, a la Coordinadora Política de Mujeres.
A la fundación GAMMA y a la Fundación Rosa Luxemburg, que, desde el 2011 en un encuen- tro de mujeres donde pudimos aliarnos, han llegado a ser un apoyo y un pilar fundamental para mí y para mi pueblo, a quien también agradezco mucho. A través de varias publicaciones hemos contribuido a visibilizar la
“Este caminar como mujeres nos va dejando huellas, no solo de dolor y sufrimiento, sino también de apoyo y alegría”
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