Page 57 - Cómo aprendimos a volar (II Edición)
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cargo de una coordinación de una organización, yo dirijo eso, entonces tengo que estar infor- mando lo que se está haciendo, cómo se está haciendo y todo eso. Esa timidez perdí, por salir, por estar en los talleres; fui dejando el miedo de pensar que mi marido me iba a maltratar.
No hay que tener miedo de que los maridos no nos manden a los talleres, que nos digan que no, que no nos dan permiso. Mi esposo sabe decir que por esos talleres yo he cambiado, que es culpa de las compañeras del centro. Yo le digo que no, que la culpa es de él, y que, si yo he cambiado, si soy diferente es porque soy más fuerte y a mí no me van a volver a escuchar que esté llorando, que me humille más, ya no.
Yo pienso que estoy bien ahora. Estoy segura de las cosas que hago, tengo la conciencia tranquila. A donde quiera que
vaya puedo alzar la cabeza y hablar y decir las cosas que son. Ya no me escondo cuando me preguntan, ya no me da miedo. Hasta una vez que hablé delante del alcalde, me felicitaron, y luego me dijeron que él utilizó frases que yo había dicho, eso fue lindo.
Lucho para no volver a ser la que era antes. Esa mujer ya murió. Ahora soy diferente, ahora me valgo por mí misma, no dependo de nadie. Por todo eso yo agradezco a las compa- ñeras del Centro, y de mi pueblo, con ellas estoy ahora, siem- pre nos apoyamos. Hay que ser valientes. Si nos tratan por las buenas, así respondemos. Pero si nos agreden, tenemos que saber defendernos. Eso enseño yo también a mis wawas.
Estamos contentas, al menos yo me siento contenta de la vida que tengo ahora.
 Consejos para recordar las palabras
No dejarse limitar por la pareja. Ser libre para tomar decisiones.
Buscar tener autonomía económica. Ser valientes y crear redes de apoyo.
Asistir a espacios colectivos, escucharnos y darnos fuerza mutuamente.
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