Page 55 - Cómo aprendimos a volar (II Edición)
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somos muy importantes. Eso sí, debemos respetar las opiniones de otras personas, y también pedirles apoyo cuando nos sen- timos mal.
A mí lo que más me ha ayu- dado es que las compañeras en el Centro siempre me recibie- ron con los brazos abiertos, me escuchaban lo que les contaba, siempre me prestaban atención y me daban fuerza para salir todas juntas, y así fue. Mi pareja me sabe decir que porque fui al Centro ahora hago lo
que me da la gana,
yo digo “sí pues, ahí
conocí mis derechos,
ahí sé a dónde debo
acudir en caso de
me alces la mano”.
También me ha dicho
que al Centro van
puras mujeres que no tienen marido, que todas las que van no tienen marido. Eso no es cierto, algunas sí están casadas, pero sus maridos sí entienden. No es que toda la vida nosotras íbamos a vivir sirviéndoles. Yo corría de acá, corría de allá, de un lado a otro lado para hacer que él se sienta bien, cocinando, plan- chando, lavando la ropa rápido, porque era estúpida, yo hacía todo para que él se sienta bien
a pesar de que yo me sentía mal, de que todo me cargaba yo. Sirviendo a su familia, y yo tuve que dejar a un lado a mi mamá, a mi familia. Ya de eso son varios años, porque dije ¡basta! Como dije anteriormente, me siento bien ahora, si decido irme a un baile, me voy, y si él no me da permiso, salado él o si él no quiere irse me voy yo.
Tercera parte. Volando por mi cuenta
G
tener trabajo, traba- jando me siento más libre todavía, tengo mi propio dinerito, mi propio trabajo, con eso yo no debo
a nadie, y mucho menos a la pareja.
Muchas personas dicen que no, que no hay como separarse, algunas compañeras dicen que no puedo, que él es quien man- tiene la casa. Yo les he dicho que eso no es así. Si nosotras tenemos nuestro propio trabajo, podemos decidir hacer las cosas que nos gustan sin que nadie nos prohíba o nos limite. Hay muchas personas que hacen
“Si nosotras tenemos nuestro propio trabajo, podemos decidir hacer las cosas que nos gustan”
racias a esa nueva
mentalidad logré
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