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En el caso de Venezuela, el plan forma parte de una agenda internacional, iniciada por el
fallecido presidente socialista Hugo Chávez, que convirtió al país en aliado de Irán y Cuba.
Ahora, bajo el liderazgo de su acosado discípulo, Nicolás Maduro, Venezuela necesita con
desesperación efectivo después de años de una mala gestión de gobierno que ha llevado la
producción de petróleo a su nivel más bajo en 30 años, ha sumido la economía en una depresión
y ha causado semanas de terribles protestas a nivel nacional. La iniciativa siria pone de relieve
las ambiciones internacionales de Venezuela, indicando que su actual crisis podría tener
repercusiones mucho más allá de sus costas.
Plan del Caribe
No está claro si el plan todavía está siendo considerado. Un protagonista clave, Wilmer Ruperti,
operador petrolero venezolano que se hizo enormemente rico gracias a su proximidad con la
dirigencia del país, admitió en una entrevista telefónica su participación, pero dijo que ya no
tenía ninguna intervención. Funcionarios sirios lo contactaron a comienzos de 2012 durante una
fiesta en el Club Sirio de Caracas.
En ese momento, Ruperti comenzó a alquilar una lujosa casa de huéspedes en la costa norte de
Aruba para explorar una refinería y conocer a un agente de bienes raíces local, Oscar Helmeyer.
Tenía la mira puesta en una planta que acababa de ser cerrada por sus propietarios, Valero
Energy Corp., con sede en San Antonio, generando un desempleo masivo en la isla. Ruperti se
ofreció a pagar a Helmeyer US$15 millones por su ayuda para comprar la refinería, una de las
más grandes del mundo, pero finalmente la petrolera estatal venezolana la arrendó. En una
entrevista, Helmeyer dijo que Ruperti también se reunió con el primer ministro de Aruba, Mike
Eman, y otro alto funcionario, Mike de Meza. Ambos rechazaron reiteradas solicitudes de
entrevistas.
En una carta al entonces embajador de Siria en Venezuela Ghassan Abbas, fechada en
septiembre de 2012, Ruperti dijo que el objetivo del plan sería “evitar el boicot que han
implementado los Estados Unidos de América y la Comunidad Europea”.
Patria socialista
Propuso encabezar un grupo empresarial llamado “Sirius venezolano” y recomendó un contrato a
cinco años para suministrar entre 50.000 y 200.000 barriles diarios de crudo sirio, así como
también capacidad de almacenamiento para otros 6 millones de barriles sirios. Estampado bajo la
firma de Ruperti, en cursiva negrita: “Patria socialista, vamos a ganar y vamos a vivir”.
Lo que siguió fue una cadena de comunicaciones entre funcionarios sirios y venezolanos que
incluyó a varios ejecutivos de Citgo Petroleum Corp. con sede en Houston, la subsidiaria
estadounidense de PDVSA, o Petróleos de Venezuela, según dos personas al tanto de las
conversaciones. Una nota del embajador Abbas instaba a un funcionario venezolano a viajar a
Damasco para discutir los volúmenes, los términos y las condiciones del acuerdo.
En la entrevista telefónica desde Caracas, Ruperti dijo que el acuerdo petrolero no tenía la
intención de hacer una declaración política. “Era una solución logística para ganar mucho
dinero”, dijo.
PDVSA no respondió a solicitudes de comentarios. Un representante de Citgo dijo que la
empresa “no está considerando y no considerará importaciones de crudo sirio para abastecer la
Citgo Aruba Refinery. La compañía está comprometida con la operación de Citgo Aruba
Refinery conforme a todas las leyes vigentes, y estas incluyen todas las sanciones de EE.UU.”
Abbas no pudo ser contactado para formular comentarios.
Con la colaboración de Michael Smith y Tiffany Kary