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entrevista
Emma Gómez que se dedica a la preservación del patrimonio inmaterial, todas
las mujeres que promueven el arte de la pollera o la molas ... Como dijo el escritor
Paul Claudel, «un gran vino no es obra de un solo hombre, es el resultado de una
constante y refinada tradición», de esta misma forma podríamos definir la cultura
popular tan vívida en Panamá.
¿Quiénes son las personas que más pueden influir—por no decir ser responsables—
para mejorar las oportunidades culturales que se les dan a los artistas panameños?
La gran riqueza de la escena musical panameña fue otro gran descubrimiento
no inmediato. El año pasado, organizamos con la Alianza Francesa un festival de
música en Colón, con la participación de varios grupos y cantantes de la región. Y
me di cuenta de que había una verdadera cantera de talentos allí. El fenómeno
musical Sech no nació en un desierto musical, es el producto de un entorno que es
un verdadero crisol de influencias musicales. Es por ello que estamos colaborando
con la fundación Tocando Madera, que reúne a talentos como Carlos Méndez,
Carreyo, Omar Díaz, Daniel Jacome o Carlos Vallarino, a quienes tuve el placer de
recibir en la Residencia para una jam session frenética. Es necesario brindar a todos
estos talentos la oportunidad de crear y brillar.
A nivel personal, ¿cuál es el mejor lugar para conocer Panamá y por qué?
Con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, nuestros jóvenes peregrinos
franceses fueron recibidos por familias panameñas en la diócesis de Chitré. Esta fue
la experiencia más memorable de su estadía en Panamá. Por eso recomendaría ir
a Chitré y Guararé para descubrir el verdadero Panamá. Allí conocí a personas ex-
cepcionales, en particular a la hermana Esther, a quien decoraremos con las Palmes
Académiques por su trabajo en el campo de la educación, incluido la enseñanza
del francés. Para mí, es en ciudades como Chitré donde late el corazón de Panamá.
¿Qué puede aprender Panamá de Francia y viceversa?
Nuestros dos países pueden enriquecerse mucho mutuamente. Lo que Francia y
Europa pueden aportar a Panamá es compartir una cierta cultura política, basada
en la separación de poderes, el sentido del interés general, la redistribución de la
riqueza, que es el fruto de nuestra historia. Nuestras democracias se enfrentan a
inmensos desafíos: la demanda de una mayor equidad, transparencia en la vida
pública, una participación más activa de la sociedad en el ejercicio del poder, un
mejor reconocimiento de las diversidades. Lo que podemos aportar es contribuir al
debate público y a ciertas evoluciones en Panamá. Lo que los panameños pueden
aportar a los franceses es cierta forma de ser y de encarar la vida. Hay un texto
muy bello del sociólogo brasileño Sergio Buarque de Holanda sobre «el hombre
cordial» que caracteriza, según él, la forma de ser de los brasileños. Esta afabilidad y
amabilidad naturales, esta «forma de vivir en los demás», muy distinta de la cortesía
europea, también es una característica del pueblo panameño y el producto de su
educación. Esta cualidad que inspira confianza, espero llevarla conmigo a Europa.
¿Cuál diría que es la cosa más importante que ha hecho para promover la cultura
francesa en Panamá?
Tratamos de presentar la cultura francesa en toda su diversidad y hacerla interac-
tuar con la cultura panameña. Cuando presentamos una gran retrospectiva del
trabajo de Claude Viallat, pusimos su arte “nómada” en resonancia con el arte de
las molas. Cuando invitamos a músicos franceses al festival de Saint Malo, es para
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