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Mística aguirreña
“Disciplina”, “moralidad” y “trabajo”. Cada una de estas palabras tiene una importante carga social, pues
permiten definir, en el ideal colectivo, el comportamiento correcto de una dama o caballero cadete.
Augusto Salazar Bondy definió a la ética como la doctrina de la conducta moral, de los principios, de los deberes, de la acción
moral, en tanto Platón decía que la moral es el conjunto de creencias, normas y circunstancias a través de las cuales se puede
determinar si una persona logró ser buena a lo largo de su vida. Además, su contribución en su grupo social que determinará el
comportamiento a obrar característico; es decir, que orienta acerca del bien o del mal y/o correcto o incorrecto.
Dicho esto, queda claro que la moral es, en palabras sencillas, volcar a la práctica los valores que los individuos adquieren en los
entornos en los cuales se desenvuelven, desde el familiar, que es el más íntimo, hasta el social, que es el más colectivo.
De allí que suena lógico cuando se acusa a alguien de falta contra la moral o, cuando desde la Constitución Política del Estado
hasta las normas que rigen los gobiernos de menor jerarquía en el país, como regiones o municipios, se señala que una causal para
la remoción del cargo es la “incapacidad física o moral”.
Sin embargo, lo que puede ser moral para unos puede considerarse inmoral para otros, por ello existe la necesidad de analizar el
comportamiento de la persona de manera individual. Por ejemplo: aún en varias zonas de los andes se sigue practicando el
“servinacuy”, que no es otra cosa que el matrimonio arreglado por el jefe del hogar de una menor de edad, con un adulto.
Dicha práctica, en términos generales es considerada inmoral, por lo que es imperioso analizarla en su real contexto y comprender lo
que nos dice Platón: “La moral es el conjunto de creencias, normas y circunstancias…”.
Empero, existe comportamientos que todas las sociedades resultan de una valoración estandarizada; es decir, que son buenos aquí y
allá, y cuyo cumplimiento es lo que idealmente se espera de un individuo. Entre esos valores encontramos a tres, que son
precisamente los que rigen el funcionamiento de los colegios militares del país, en los cuales ustedes se formaron no para concluir un
ciclo educativo, sino para la vida.
Nicolás Maquiavelo decía que “donde hay buena disciplina, hay orden y rara vez falta la buena fortuna.
¿Cuántas veces como peruanos nos hemos quejado de la falta de orden en el país? Desde el caos de nuestras calles hasta la
debilidad de nuestras instituciones, existe el reflejo de la falta de este valor que no excluye a nadie, pues todo individuo cumple un
rol en la sociedad, por lo tanto todo individuo está llamado a ser disciplinado en su comportamiento personal, familiar y colectivo.
Hugo Vera Criollo
Instructor Pre Militar
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