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La educación cristiana de los hijos estaba cen-
trada en el aula de clases; esa centralidad en
sí, no es mala, pero está limitada solo a esa
hora de clase semanal, la cual no permite a
los padres cumplir la responsabilidad asignada
por el Señor.

Escuela Dominical En Casa, nos permitió una
forma de subsanar esa situación, ya que
involucró a los padres en la educación y
formación espiritual de sus hijos y en su
natural doble rol como PADRES y MAESTROS
en casa.

Al tiempo que los padres asumían esa respon-
sabilidad en casa, nuestros maestros
de Escuela Dominical, enfrentaban
y aceptaban el reto de la virtuali-
dad; para lo cual algunos, debie-
ron aprender y otros afianzar
conocimientos multimedia,
logrando romper viejos esquemas
y métodos pedagógicos.

Al principio de esta vigencia,
nuestros directivos distritales
nos indicaron que había
llegado el “Tiempo de Crecer”.

Y cuando se aproxima el final
de la misma, entendimos que
era el camino. ¡Sí, era el
tiempo! Y sí, que hemos crecido,
en conocer la multiforme Gracia
de Dios, en nuevos aprendizajes
y en reconocer nuestro rol como
maestros y líderes transicionales,
y que al Señor no lo toma por
sorpresa los cambios de los tiempos, ni el futuro;
¡porque Él ya está allí!

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