Page 242 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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       o rayas llamados ceques, la comarca, e hizo adoratorios de diver-
       sa adoración de todas las cosas que fueron notables, de fuentes,
       y manantiales,  y puquios  y  piedras,  y  honduras,  y  valles  y  cum-
       bres, qua ellos llamaron apachetas  y  puso a cada cosa su gente y
       les mostró la orden que habían de tener en sacrificando a cada
       uno de ellos.
           ”Y finalmente, aunque en ninguna parte fueron los adorato-
       rios como en el Cuzco, en cada pueblo, por pequeño que fuese,
       los edificaron de aquella misma manera con las huacas  y  adora-
       torios fijos.
           ”Y yo lo tengo ensayado en más de cien pueblos;  y  al señor
       Obispo de los Charcas, dudando de si aquello fuese tan universal,
       se lo demostré en Pocona;  y  los mismos indios le pintaron allá
       la misma cosa,  y  en esto no hay duda, porque digo que se hallará
       sin falta alguna, por experiencia, en todo lo que fué el antiguo
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       imperio.
           Entre las ciudades de trazo incaico sobresalieron Hattun Jau-
       ja,  C'aj amarca,  Huánuco,  Guamanga,  Maranga,  Pachacamac,
       Nasca  y  Lima.
           Donde la conformación del terreno obligó a los aillos a edi-
       ficar en llanura, se remedió la falta de cumhis, rodaderos o pu-
       caras mediante “colinas hechas a mano” que así las llama Cieza
       de León, las cuales fueron a un mismo tiempo huacas o enterra-
       mientos, graneros, fortalezas  y  lugares de público regocijo.
           Como en el Rodadero del Cuzco, tres series de muros resguar-
       daban los declives de los dichos montículos o huacas,  y  allí solían
       reconcentrarse los habitantes para su resguardo  y  defensa en mo-
       mentos de peligro.
           En Hattun Jauja permanecen en pie dos de los dichos cercos.
           Del tercero, que no pudo faltar por la razón ya dicha de la
       concordancia de las ciudades menores con la urbe matriz del Im-
       perio, quedan vestigios.
           En un cerro de las cabeceras del valle de Huancayo quedan
       en pie, en estado de buena conservación, los tres cerros clásicos
       de la huaca-pucara que allí hubo.
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