Page 60 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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        clásicos de Tiahuanaco a la región de las ruinas famosas, fueron
        extraños a la civilización protocollagua.
            Que los tiahuanacos de nuestros días son advenedizos y  mo-
       dernos. en su gran parte, respecto de los propiamente regnícolas
       de  la comarca,  lo demuestra  el hecho de estar clasificados en
       hanansayas, arribeños, o dueños originales del terruño,  y  moa-sa-
       yas, o precisamente advenedizos.
            Según Bandelier, que estudió la comarca ribereña del Titi-
       caca con dotes singularmente felices de observador  y  de etnólogo,
       son hanansayas los indios que quedan al Norte de la plaza del
       pueblo, y maasayas los que quedan al Sur de ella.
            Como quiera que sea, poco queda a la vista en nuestros días
       de los rasgos fisonómicos de la raza pujante que edificó los mo-
       numentos cuyas ruinas hacen de Tiahuanaco una a modo de Te-
       bas americana.
           De nuestra somera recorrida llevada a cabo durante aquella
       primera tarde, sacamos en limpio que la mitad de las construc-
       ciones del pueblo, comenzando por la propia iglesia parroquial
       han sido construidas a expensas de las venerables ruinas, sacri-
       legamente devastadas.
           Aceras, cercos, cimientos, mampuestos, pilastras, zócalos,  al-
       tares, batanes, chiqueros, tumbas,  y cuanto es dado imaginar, pro-
       vienen de la inagotable cantera del antiguo gentilismo.
           El conjunto de vestigios de la histórica urbe, contemplado
       desde el campanario de la iglesia acusa, aproximadamente, una
       legua de circuito,  y su altozano diez metros de elevación sobre el
       nivel de la plaza del pueblo.
           La hoya cuyo centro ocupa   el lago de Titicaca mide, según
       cálculos recientes, 4.000 metros en  el Alto de La Paz, 3.919 en
       Laja, 3.905 en Tiahuanaco  y 3.872 en Guaqui.
           Aquella diferencia de 33 metros de altitud, sobre 20 kiló-
       metros de longitud, representaría la enorme cubicación perdida
       por el Titicaca, por una u otra causa, a estar en lo cierto los que
       estiman que la urbe prehistórica fue puerto bien sobre la laguna
       madre del Titicaca o bien sobre una laguna superior, natural o arti-
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