Page 30 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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ARMA ECONOMICA

                      Al parecer, la economía estaba siendo utilizada como
                   una arma;  como la  continuación de  la guerra  por
                   otros medios.
                      ¿Había intereses políticos empeñados en fulminar a
                   Reagan con una crisis como la que liquidó al presidente
                   Hoover?
                      O bien, ¿estaban presionándolo con el Arma Econó-
                   mica para frenarle sus planes?




                   SINTOMAS  DE  UNA      A fines de 1982 el campo de la eco-
                   CRISIS  EN  GESTACION   nomía se conmovió repentinamen-
                   te  con  la  revelación  de  que  tanto  países  comunistas,
                   como  países simpatizadores de  ese bloque,  como los
                   países opuestos al mismo, se hallaban endeudados más
                   allá  de sus posibilidades de  pago.  Así,  de pronto,  casi
                   simultáneamente, Polonia no podía pagar, ni  Rumania,
                   ni Yugoslavia, ni Cuba,  ni  México, ni  Brasil, ni  Argenti-
                   na, ni Chile, y veintenas de países más.
                      En tanto que en 1971  los países subdesarrollados de-
                   bían  68,000  millon·es  de dólares,  en  1983 su deuda ya
                   ascendía a 810,000 millones.  Incluyendo a la  URSS,  un
                   total de más de novecientos mil  millones de dólares se
                   hallaban en juego.
                      A primera  vista  esa  gigantesca  fortuna  procedía  de
                   los más grandes bancos internacionales, pero no toda
                   era de ellos, sino de 1,400 bancos medianos y pequeños
                   que habían participado en los  "créditos sindicados".  Y
                   yendo un poco más al fondo, el dinero pertenecía a mi-
                   llones de medianos y pequeños inversionistas, particu-
                   larmente de Estados Unidos, y en seguida de Inglaterra,
                   Alemania, Francia y Japón.
                      ¿Por qué se había llegado repentinamente a esta pre-
                   caria situación que podía degenerar en una catástrofe
                   económica, según observadores muy competentes, como
                   Denis Healy, ex ministro británico de Hacienda?
                      Los acreedores se hallaban en un alto riesgo, y ni si-
                   quiera se habían beneficiado los países deudores. Todos

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