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SALVADOR BORREGO


              éstos tienen presupuestos deficitarios; todos deben mon-
              tañas  de  dólares  y  carecen  de  dólares;  todos  están
              urgidos  de  dólares y  sin  poder pagar los  que  deben.
              ¿Cómo  se ha  manipulado su endeudamiento sin  dejar
              prosperidad? Ni la producción de víveres ni la de bienes
              exportables había aumentado.
                 Cosa paradójica: el endeudamiento, la llegada de mi-
              les y miles de millones de  dólares les había dado una
              fugaz y engañosa apariencia de prosperidad, seguida de
              una realidad de agobiante pobreza.
                 Multitud de organismos especializados podían haber
              evitado que todo eso ocurriera. Los expertos del Chase
              Manhattan,  del  Bank  of América,  del  Manufactures
              Hannover, del Chemical Bank, del Margan Guarenty; los
              expertos del Fondo Monetario Internacional, del Banco
              Mundial,  del  Banco de  Reconstrucción y Fomento,  del
              Banco  Para  Pagos  Internacionales,  todos  ellos  tan
              interconectados con los expertos de la ONU y del GATT,
              no advirtieron a nadie del peligro.
                 El escritor financiero William ). Quirk publicó en "News
              Republic" que los grandes bancos, como el Citibank, ha-
              bían "prestado estúpidamente" ...
                 Es extraño que tantos expertos, de tantas institucio-
              nes, se equivocaran simultáneamente con cada uno de
              los países deudores y con todos; que se equivocaran una,
              y otra, y otra vez, así, ininterrumpidamente, hasta llegar
              al borde del precipicio.  El  equívoco es algo accidental,
              fortuito,  no una serie eslabonada de hechos que llevan
              a una misma situación.
                 Enganchados a los grandes Bancos (no más de quin-
              ce o veinte) se vieron arrastrados 1,400 bancos media-
              nos y pequeños que no habían tratado directamente con
              los países deudores, sino a través de los bancos líderes.
              Estos  últimos  habían pedido  dinero  por  doquier,  para
              prestar,  y  habían  ganado  comisiones  como  in-
              termediarios.  Luego,  ante la  repentina  aparición  de  la
              insolvencia,  todos  se  hallaban  en peligro,  pero  natu-
              ralmente el peligro era mayor para los bancos menos grandes.
                 En  diciembre  de  1982  muchos bancos medianos se


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