Page 70 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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ARMA ECONOMICA


              pornografía estaba severamente penada.  El  Ministerio
              del  Dr.  Goebbels  retiró del  mercado  numerosos libros
              considerados como disolventes.  "El  libro  es la  espada
              del espíritu", decía Goebbels, y quería romper las espa-
              das enemigas, cosa que le acarreó fuertes críticas.
                 Con  todo lo  anterior, Alemania adquirió  un aspecto
              inusitado de entusiasmo y acción. Todo convergía hacia
              un  resurgimiento enmarcado en disciplina y esfuerzo.
              Las banderas, los himnos y las marchas hacían aflorar
              vetas  de  romanticismo y  marcialidad.  Policromía  de
              sentimientos puestos en acción.  (!)
                 Otra de las innovaciones fue inculcarle al ejército una
              ideología, vinculándolo a la suerte del pueblo. Acerca del
              particular Hitler anunció cuatro años antes de  llegar al
              poder: "Dicen que la política y el ejército han de estar
                   separados, completamente separados; es decir, la
                   política ha de estar en manos de granujas, y al fren-
                   te  del  Ejército  han de  estar hombres .totalmente
                   apolíticos. Entonces, los granujas pueden dominar
                   a  un pueblo con la  mayor tranquilidad; entonces,
                   la granujería puede tener a su lado el recurso de la
                   fuerza oficial; entonces, el partidismo puede arrui-
                   nar por completo a una nación ... No hay Ejército
                   alguno cuyo fin pueda ser él mismo. La finali-
                   dad de un ejército se llama: servicio a  la na-
                   ción".  (15,  III,  1929).
                Por otra parte,  con  motivo  de  una exposición  efec-
              tuada en París, Alemania envió a  un  grupo de trabaja-
              dores, en tanto que la URSS no quiso hacerlo para evitar
              "el  contagio".  Hitler dijo  que  Moscú no quería que sus
              obreros vieran cómo se vivía en el extranjero: "Créanme
              ustedes, nuestro socialismo es, en fin de cuentas, un so-
                   cialismo auténtico, mientras que lo existente en Ru-
                   sia es la mentira más grande que la Humanidad ha

              <l>  Evidentemente no es seguro que en otro país ese conjunto de inno-
               vaciones hubiera logrado la adhesión suficiente para dar resultados
               positivos.

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