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Y la circular publicada por el Comité Investigador de OVNIS propios fantasmas, en una formidable construcción colectiva de
de Sydney, Australia, trazaba un interesantísimo paralelo entre el mitologías universales? ¿Hay aquí una fuerza natural en acción?
caso de Snippy y un informe más reciente procedente del Canadá. «La imaginación del hombre, como todas las demás facultades
Terry Goodmurphy, natural de North Livingstone (Ontario), conocidas, obedece a leyes preestablecidas.» Esta frase de Hart-
de veinte años de edad, y su amigo Steven Griffon, de diecinueve, land, escrita en 1891, nos depara una clave. Sí, tras estas historias
iban en automóvil hacia el Oeste siguiendo la Nacional 17 alrede- al parecer absurdas, existe una profunda corriente oculta por des-
dor de las 9,30 horas del día 5 de noviembre de 1967, o sea, dos cubrir y señalar. Científicos que llevan ya muchos años muertos
meses después de la muerte de Snippy. Cuando se acercaban a la descubrieron y representaron, en siglos pretéritos, diversas sec-
cumbre de Maple Ridge Hill, vieron un resplandor anaranjado en ciones aflorantes de este trazado subterráneo. Hoy tenemos la
el cielo, que creyeron causado por un incendio. Pararon el coche oportunidad, verdaderamente única, de presenciar la reaparición
para observarlo y vieron que se movía. Continuaron por la ca- de esta corriente, su salida al exterior... coloreada, naturalmente,
rretera, y a cosa de ochocientos metros más allá vieron el objeto por nuestras nuevas manías humanas, por nuestra preocupa-
más claramente cuando éste parecía maniobrar a una altura de ción por la «ciencia», por nuestro afán por alcanzar la Tierra Pro-
unos treinta metros. Asustados, los dos jóvenes dieron media metida de otros planetas.
vuelta y avisaron a la policía provincial de Ontario. Cuando ésta Hacía falta una nueva mitología para salvar el pasmoso foso
acudió al lugar indicado, no vio nada. No obstante, aquella noche que se abría después del monótono presente. Ellos la proporcio-
algo ocurrió en la granja de Lorne Wolgenuth, próxima a Sow- naron. Pero, ¿quiénes son ellos? ¿Seres reales, o los fantasmas
bery, porque a la mañana siguiente, a la hora en que una yegua de nuestros sueños ridículos e insignificantes? Nos hablaron «en
llamada Susie y otro caballo solían regresar de los pastos, sola- suave inglés». No hablaron con nuestros científicos; no enviaron
mente el segundo se acercó al establo. Se observó que presentaba complicadas señales en códigos indescifrables, como se supone que
un largo corte en el cuello. Susie no apareció. Después de varias tienen que hacer los extraterrestres que se respeten, si es que
horas de búsqueda, sus dueños la encontraron, muerta. Le habían han leído a Walter Sullivan, como es la obligación de cualquier
cortado la yugular. alienígena antes de atreverse a penetrar en nuestro sistema solar.
Llegados a este punto, quizás habré conseguido infundir en la En lugar de eso, se dirigieron a Gary Wilcox. Y a Joe Simonton.
mente del lector la sugerencia de un posible paralelo entre los Y a Maurice Masse. ¿Y qué dijeron? Que venían de Marte. Que
rumores de hoy y las creencias que sustentaban nuestros ante- eran nuestros vecinos. Y, sobre todo, que eran superiores a noso-
pasados: creencias en extraordinarios combates con misteriosos tros, y que debíamos obedecerlos. Que eran buenos. Que el lector
superhombres, de círculos que poseían propiedades mágicas, de vaya a Valensole y se lo pregunte a Masse, que, si éste quiere, le
razas de enanos que merodeaban por los bosques. En este se- dirá el desconcierto que experimentó cuando de pronto, sin previa
gundo capítulo me he limitado deliberadamente a yuxtaponer creen- advertencia, notó en su interior una sensación confortadora y
cias antiguas y modernas. La leve sospecha de un misterio gigan- cálida... ¡qué buenos eran, nuestros buenos vecinos! El Buen Pue-
tesco, mucho más vasto que nuestra preocupación actual por la blo. Se tomaban un gran interés por los asuntos de los hombres,
vida en otros planetas, y mucho más profundo que los informes y siempre se pusieron de parte «del derecho y la razón». Y po-
que puedan dar algunas amas de casa sobre lucecitas zigzaguean- dían aparecerse bajo distintas formas.
tes. Quizá podamos resolver el enigma tratando de comprender el Joe Simonton les dio agua y ellos le ofrecieron comida. Lo mis-
efecto que nos producen estos cuentos, estos mitos, estas leyen- mo hicieron algunos olvidados irlandeses en tiempos pretéritos,
das. ¿Qué imágenes pretenden suscitarnos? ¿A qué ocultas ne- quienes incluso hablaron con ellos. En aquellos días también se
cesidades obedecen? Si esto no es más que una fabulación, ¿por les daba el nombre de Buen Pueblo, y en Escocia se les llamaba
qué tiene que ser tan absurda? ¿Se encuentran precedentes de los Buenos Vecinos, los Sleagh Maith. ¿Y qué decían entonces?
ella en la Historia? ¿No podría la imaginación ser una fuerza «Somos muy superiores a vosotros.» «Podríamos reducir la es-
más poderosa, para conformar las acciones de los hombres, que su pecie humana a la mitad.»
expresión por medio de dogmas, estructuras políticas, iglesias es- Ahora todo tiene sentido. Éstos eran los hechos que había-
tablecidas y ejércitos? Y de ser así, ¿podría utilizarse esta fuer- mos pasado por alto, y sin los cuales nunca hubiéramos podido en-
za- ¿Está siendo ya utilizada? ¿Funciona ya aquí una ciencia del cajar las piezas que forman el rompecabezas de los OVNIS. Clé-
engaño a gran escala, o acaso la mente humana puede generar sus rigos y eruditos de antaño recogieron las leyendas de su tiempo