Page 30 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRÍA ANTIGUA                 y
                 y por su influjo de todas las demás clases de la población; pero en ocasiones, y no sin
                 verdadero motivo, tuvieron que sufrir crueles persecuciones.
                   Estos barrios estaban enlazados entre sí por medio de una red de calles, á lo largo de las
                 cuales discurrían  carruajes y  jinetes  con  toda comodidad,  afluyendo  á  otras dos vías
                 principales que  se entrecruzaban. La más  larga, que  iba  del sudoeste  al nordeste, se
                 dirigía desde la ciudad de los muertos hasta  el barrio de los judíos, y  terminaba á levante
                                                     cerca de la puerta Ivanópica, que en
                                                     en el dia lleva el nombre de puerta
                                                     de Roseta:  la otra, que la cortaba
                                                     en ángulo  recto,  estaba situada
                                                     entre dos puertas, la del Sol y la de
                                                     la Luna.  Cierta capa de humus ó
                                                     tierra vegetal que se ha encontrado
                                                     recientemente debajo de los restos
                                                     de un empedrado  parece  indicar
                                                                ,
                                                     que estaba adornada de planta-
                                                     ciones. Ambas eran de insólita
                                             anchura,— catorce metros de un lado á otro, —
                                             bellas sobre todo encarecimiento. Sobre el em-
                                             pedrado de granito liso, podían circular libre y
                                             desahogadamente, al lado de los trenes de los
                                             ricos, los carromatos en que se hacia el tráfico,
                                             y los escuadrones de caballería que regresaban
                                del hipódromo por la puerta Kanópica; y en caso de que molestaran
                                los rayos del sol ó cayeran fuertes chaparrones, los pedestres encon-
                                traban sombra protectora ó abrigo contra la inclemencia en las anchas
                                aceras porticadas y  embellecidas con numerosas estatuas.
                                  Al presente, hace ya muchísimo tiempo que desaparecieron así la
                                puerta del Sol como la de  la Luna: las columnas yacen derribadas,
                  v nuevas capas de tierra cubren el antiguo empedrado: en cambio los conductos que corren
                  debajo del mismo, con gasto insignificante, habría sido posible, hace pocos años, devolverlos
                  á su antiguo destino. De  las casas de  los antiguos moradores, poquísimo es lo que se ha
                  conservado: con todo, el que se toma la pena de buscar, con que se aleje de los barrios que
                  ocupan los europeos acomodados, y se dirija á los que habitan los egipcios al occidente de
                  la ciudad, como siga la ribera del mar, ó salga á campo raso por la puerta de Roseta, ve
                  recompensado su trabajo con abundantes vestigios de casas antiguas ó de construcciones
                  no menos importantes.  Para  ello  basta con tener  los  ojos abiertos.  Dicho se está que
                  se afanaría en vano quien se empeñara en descubrir monumentos de notable valor artístico;
                  mas en cambio es frecuente tropezar con cisternas de tiempos remotísimos, con paredones de
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