Page 98 - AZUFRE ROJO
P. 98
Un viaje a través del waṣl y el faṣl. Mujer y sexualidad en el pensamiento de Ibn ῾Arabī 97
reemplazando el yo limitado del individuo. Esto no se produce únicamente obliterando la
diferencia sexual, al contrario, esta experiencia muestra el ser andrógino que surge en esta
unión, eco del ant ropos originario que una vez habitó en el inf nito de la esfera metafísica,
constituido necesariamente a través de los dos sexos. Este momento de convergencia al que
se ref ere Ibn ῾Arabī sirve, no sólo como triunfo sobre la alienación de los sexos, sino sobre la
alienación humana en general al permitir al ser humano contemplar lo Divino dentro de la
forma humana, tal y como es dibujado en el lienzo espiritual en ese momento.
La contemplación de la Verdad sin soporte formal no es posible, puesto que
Dios, en Su esencia, está completamente fuera de cualquier necesidad del
cosmos. Ya que, por tanto, algún tipo de soporte es necesario, el mejor y más
perfecto modo de contemplación de Dios está en las mujeres. 27
La frase que abre ese fragmento permite al ser humano reconocer el lazo que une
permanentemente lo físico y lo metafísico, lo humano y lo divino. Las mujeres son los mejores
receptáculos de manifestación de la imagen de Dios pues son las perfectas receptoras. Así, en
el momento del acto sexual en el que la mujer toma conciencia de su feminidad y abraza la
actividad de la recepción, es capaz de portar la imagen de Dios.
El amor, requisito necesario para alcanzar la visión de Dios durante el encuentro sexual, es
de un tipo especial; emula el ejemplo del Profeta en su aproximación y amor por las mujeres,
que Ibn ῾Arabī articula af rmando que:
Dios hizo al Profeta amar a las mujeres y le dio la fuerza para el matrimonio.
Alabó el estado marital y maldijo la abstención sexual. El Profeta fue hecho
para amar a las mujeres porque ellas son el receptáculo en el que se recibe la
actividad engendradora de la forma más perfecta, esto es, la forma humana,
respecto de la cual no existe mejor forma. No todos los receptáculos de
actividad tienen esta perfección específ ca. Así pues, el amor hacia la mujer
es una de las cosas por medio de las cuales Dios favoreció a Su mensajero,
puesto que lo hizo amarlas independientemente de que tuvieran pocos hijos.
La meta deseada era el matrimonio en sí, como lo es el matrimonio entre la
gente del Paraíso, que es estrictamente por placer, no para dar descendencia.
(…) Y ese [placer en la consumación del matrimonio] es un asunto distinto
del requirimiento del amor hacia el receptáculo que recibe la actividad
engendradora. 28
27 Ibid. 274.
28 ut. IV:243.8; Murata, ao of Islam, p.184.