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152            ORIGEN DE LOS INDIOS

            una civiliíación particular.  2* Por intervalos de tiempo,
            nueves inmigrantes vinieron de Asia, probablemente por
            mar, trayendo consigo el conocimiento de las artes y cien-
            cias que constituían la civilización de le s pueblos de aquella
            parte del Mundo.   3* No hay prueba alguna que ks tres
            civilizaciones de México, Centro América y Perú se hubie-
            ran presto en contacto con la civilización del Mundo Anti-
            guo, con posterioridad á la Edad de Bronce. Y 4* La co-
            rriente de las inmigraciones se dirigió generalmente de la
            Asia á la América, y en esta última parte la marcha de
            las tribus se efectuó, las más veces, del norte al sud.
                Estas conclusiones nos traen nuevamente á la teoría
            que venimos sustentando, de que les primitivos habitantes
            de América son de reza autóctona.
                Bastando al respecto las opiniones de les autores cita-
             dos anteriormente, réstanos agregar, que estamos en vís-
            peras de importantes descubrimientos en el campo de la ar-
             queología americana, pues los científicos trabajos iniciados
             ya en este sentido por los sabios exploradores Humboldt,
             Waldeck, Brasseur de Bourbourg, Stephens, Wilson,School-
             craft, Bollaert, Bicgham y otros, no han sido estériles; ni
             las investigaciones filológicas de los lingüistas Latham,
             Gallatin y Clark, tampoco han sido infructuosas.

                                        rife
                Haciendo, ahora, abstracción de Ios-juicios asentados
             sobre los primeros habitantes postdiluvianos de América,
             nos concretáremos á escudriñar les hechos que son rrás fon-
             dados y apoyados en documentos fehacientes.
                De las remotas edades prehistóricas y de aquíllas que
             siguieron á éstas hasta cerca de la Era Cristiana, no existe,
             como lo hemos dic^ho ya, ninguna fuente de información so-
             bre los primeros habitantes del Continente americano» pues
             cuanto han supuesto los escritores á este respecto, no paaa
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