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ejemplos: por un lado, supongamos que un suceso desagradable, como un accidente de tráfico del que nos sintamos indirectamente responsables, nos deja con un persistente mal regusto. Nos tortura la idea de que hemos provocado heridas a nues- tros pasajeros: somos continuamente conscientes de que podíamos haber evitado el accidente. La mente no deja de simular escenarios alternati- vos, como ramas de un mismo árbol: si no nos hubiéramos despertado tres minutos después
de lo habitual, habríamos evitado el accidente.
No era nuestra intención hacer daño a nuestros pasajeros, sin embargo nuestra mente no se libra del remordimiento y la culpa. Por otro lado, un profesional que trabaje en Bolsa, un trabajo con un elevado grado de aleatoriedad, puede sufrir más de lo debido el efecto tóxico que produce el pensar en el mal pasado: debería haber vendido antes mi cartera de valores; podría haber comprado esas acciones por poco dinero hace años, y ahora ten- dría mi descapotable color de rosa; etc, etc. Si se
es profesional, uno puede sentir que «cometió un error» o, peor, que «se cometieron errores», cuan- do no conseguimos hacer para nuestros inverso- res lo equivalente a comprar el billete de lotería premiado, y sentimos la necesidad de disculpar- nos por nuestra imprudente estrategia inversora (es decir, lo que, visto con mirada retrospectiva, parece imprudente).
La falacia o fraude narrativo se asocia con nuestra debilidad para la exageración y preferencia por las historias compactas frente a búsqueda de la verdad
¿Cómo podemos librarnos de ese dolor punzante y persistente en ambos ejemplos? Según Taleb, una solución adecuada es hacer que el suceso pa- rezca inevitable. Mira, tenía que pasar, y es inútil atormentarse por ello. ¿Cómo lo podemos hacer? Pues con una narración. Los enfermos que dedi- can quince minutos todos los días a escribir una explicación de sus problemas cotidianos se sien-
ten sin duda mejor frente a lo que les haya ocu- rrido. Uno se siente menos culpable por no haber evitado determinados sucesos, menos responsable de ellos. Parece como si las cosas estuvieran des- tinadas a ocurrir. Como vemos, quien trabaja en una profesión que conlleve grandes dosis de azar es proclive a padecer el agotamiento que produce ese constante pensar en lo que hubiera podido pa- sar desde la perspectiva de lo que ocurrió después. En estas circunstancias, lo menos que se puede hacer es llevar un diario.
Según el autor los seres humanos somos víctimas de una asimetría en la percepción de los sucesos aleatorios. Atribuimos nuestros éxitos a nuestras destrezas; y nuestros fracasos, a sucesos externos que no controlamos, concretamente a la aleatorie- dad. Nos sentimos responsables de todo lo bueno, pero no de lo malo.
En definitiva, compartiendo lo que expone Nas- sim podemos afirmar que nos encanta lo tangible, la confirmación, lo real, lo visible, lo concreto, lo conocido, lo visto, lo vivido, lo visual, lo social, lo arraigado, lo que está cargado de sentimientos,
lo destacado, lo estereotipado, lo enternecedor,
lo teatral, lo romántico, lo superficial, lo oficial,
la verborrea que suena a erudición, el pomposo economista gaussiano, las estupideces mate- matizadas, la pompa, la Académie Française, la Harvard Business School, el Premio Nobel, los trajes oscuros del hombre de negocios con camisa blanca y corbata de Ferragamo, el discurso emoti- vo y lo escabroso. Y, sobre todo, somos partidarios de lo narrado.
Por desgracia, en la edición actual del género hu- mano no estamos fabricados para entender asuntos abstractos: necesitamos el contexto. La aleatoriedad y la incertidumbre son abstracciones. Respetamos lo que ha ocurrido, al tiempo que ignoramos lo que pudiera haber ocurrido. En otras palabras, somos superficiales por naturaleza, pero no lo sabemos. Esto no supone un problema psicológico, procede de la principal propiedad de la información. Es más difícil ver el lado oscuro de la luna; arrojar luz sobre él requiere energía. De la misma forma, arrojar luz sobre lo desconocido tiene su coste en esfuerzos, tanto computacionales como mentales. w
34 | VILLA McLUHAN | WGO? 2018 NASSIM TALEB. EL CISNE NEGRO





















































































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