Page 166 - Novelas
P. 166
! . .
i 8 OBRAS DE SELGAS.
5
— Magdalena ¡Magdalena!..., ¡Hermoso
¡ !
nombre! Pero tengo una memoria tan infeliz, que
no recuerdo á qué Magdalena conozco yo en el
mundo.
— Oh ! (exclamó la voz
¡ , sollozando. ) ¡ Qué
pronto se olvidan en el mundo los nombres de
los desgraciados ! . . .
El señor de Llanoverde no pudo oir esas pala-
bras sin conmoverse; aunque adormecidos, guar-
daba en su corazón sentimientos hidalgos. La voz
afligida de una mujer le pedía amparo, y su pri-
mer movimiento fué abrir de par en par la puerta
— ¡Demonio! (se dijo conteniéndose. ) Es la
voz de una mujer desconocida y la noche no está
,
para bromas.... Además, esta casa no es posa-
da.... Y ¡qué diablos! (añadió, enojado consigo
mismo) : no se ha de decir que la casa de Llano-
verde se cierra ni al mismo demonio, si es capaz
de llamar á ella!
Y diciendo y haciendo, desligó las aldabas,
descorrió el cerrojo, y entreabrió el postigo de la
gran puerta. Al mismo tiempo retrocedió, cerran-
do los ojos , porque una bocanada de aire y agua
se lanzó sobre su rostro.
— Soberbio ! ( exclamó, restregándose los pár-
¡
pados con la mano que le dejaba libre la lám-
para .) Delicada manera de darme las buenas
noches
A estas palabras contestó un gemido , que no