Page 52 - Cómo no escribir una novela
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«que si quito, que si pongo» (una Julia Roberts bajita, un poco menos guapa que Julia
Roberts, una Julia Roberts con rasgos asiáticos) porque el lector tendrá que romperse
la cabeza para visualizar a tu personaje.
Este recurso es adecuado si tu personaje se parece a Julia Roberts, pero cuando la
describas, describe los rasgos de Julia Roberts sin mencionar en ningún momento a
Julia Roberts, pero lo que se dice en ningún momento.
El pase de modelitos
Cuando lo más importante es la ropa
—Joe, ven a conocer a Wanda —dijo la anfitriona.
Joe se quedó mirando a Wanda con evidente interés. Ella llevaba un
vestido corto de color azul con hombreras en punta y unas sandalias de
pedrería de color azul a juego. Un fino collar de plata completaba el
conjunto. A Joe le gustó de inmediato. Le estrechó la mano y percibió la
mirada apreciativa de Wanda.
Él llevaba su blazer gris marengo de solapas estrechas y una camisa
verde pastel. Su corbata era de color verde oliva con rayas de un marrón
tostado, y sus pantalones ceñidos eran de un atrevido verde oscuro. Sus
zapatos eran unos mocasines negros. Los calcetines eran de hilo y también
negros. Wanda sonrió ante su atuendo, sintiendo que era como si lo hubiera
conocido de toda la vida.
Aunque la descripción de la ropa de un personaje puede dar claves sobre su
personalidad, la ropa no constituye por sí misma un carácter. A menos que estés
escribiendo una novela sobre una mujer loca por las compras y el sexo, no hay
necesidad de hacer un inventario completo de la ropa de nadie. Una única prenda —
unos estilosos vaqueros negros, un finísimo body— nos lo puede decir todo. Un detalle
bien escogido siempre es más efectivo que una exhaustiva descripción.