Page 74 - Cómo no escribir una novela
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el personaje de Adolf quede «equilibrado». Un personaje como Hitler no pude quedar
«equilibrado». El único modo de no caer en la caricatura es trabajárselo: conseguir que
las obras de un malvado sean propias de un enfermo y sus motivaciones creíbles.
El discurso de despedida
Cuando, inexplicablemente, el malvado
cuenta las maldades que va a cometer
—Ahora que todo se ha acabado no hay ningún peligro en contarte el plan
que he maquinado para arruinarte la vida —dijo Cruella con sorna, mientras
apuntaba con el cañón de su arma a la cara de Joe—. Primero soborné al
inspector en jefe de la policía y luego le pagué a ese óptico rival tuyo con
tan pocos escrúpulos para que se encargase de la entrometida de tu madre.
Un ligero ajuste en la máquina para detectar el glaucoma y… bueno, nunca
volverá a ver tres en un burro. Tu secretaria será la siguiente. Supongo que
se sorprenderá bastante cuando descubra una tarántula en vez de una
resma de papel en el momento en que abra la fotocopiadora. Y luego le
tocará el turno a esa idiota de la hija del carcelero que tan bien te cae. Lo
que no tiene ni punto de comparación con el feroz puma que solté en el
bloque…
—Sigue, no te pares —dijo Joe con una sonrisa de suficiencia,
palpándose el micrófono que llevaba escondido.
Los criminales de la ficción a menudo parece que sólo se dedican a robar, raptar,
asesinar y a cometer actos sexuales indescriptibles con la entrañable mascota de los
niños porque quieren encontrar a alguien a quien contarle su historia. Intenta buscar un
medio más creíble para revelar las fechorías de tu malvado.
La venganza se sirve fría y en público
Cuando el autor aún no lo ha superado