Page 77 - Cómo no escribir una novela
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entenderlo hay que estudiar un curso de matemáticas avanzadas. Y ten presente que esa
vuelta de tuerca nunca debe ser más compleja que el resto de la trama donde encaja
(véase El ángulo del paralaje chino de la conspiración).
¡Me rindo!
Cuando, ante las dificultades,
descubrimos que el malo es un flojo
Pierce rió cuando apretó aún más la muñeca de Melinda. Lanzó una mirada
atrozmente lasciva a Santa Claus, aparentemente disfrutando de que
estuviera atado y amordazado, y de sus gruñidos de dolor.
—¿Aún piensas que me puedes dejar por ese gordinflas vestido de rojo?
—le dijo con tono de burla a Melinda—. ¿No te lo quieres pensar mejor?
Estaba a punto de romperle la blusa y saciar su lujuria frente a la
mirada impotente de Santa Claus. ¿Cómo podía haberle parecido atractivo
a Melinda ese bruto alguna vez? Pero, de pronto, Santa Claus se liberó de
sus ataduras, deshaciendo el nudo de alguna manera. Despegó su mordaza,
arrancándose de paso su hermosa aunque poco sexy barba blanca. Tras
soltar un grito por el dolor, Santa Claus, con toda la cara roja, gritó:
—¡Suéltala o lo lamentarás!
—¡Huy! —exclamó Pierce, soltando el brazo de Melinda y encogiéndose
de miedo—. Hombre, no hablaba en serio. No hay necesidad de que nadie
resulte herido.
Con frecuencia, en el momento clave de la confrontación, el malvado se viene abajo, de
repente le falla toda su maldad. El protagonista, que ha sido incapaz de derrotarlo
durante doscientas páginas, le gana la partida y lo humilla, siendo muy consciente de
que ése es el punto culminante de la historia y de que, en definitiva, ése es su trabajo.
Este error no sólo se da en las escenas donde la trama alcanza su clímax. Evita a
toda costa esas escenas de enfrentamientos físicos en las que el malo se viene abajo
ante el primer suspiro del protagonista.