Page 82 - Cómo no escribir una novela
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TERCERA PARTE

                             EL ESTILO: IDEAS BÁSICAS




                 Sorprendentemente, las impresionantes frases de Bob no significaban nada








          De todos los medios para cortar de raíz el interés de un editor por tu novela, el estilo es

          el más rápido y el más definitivo. Es el equivalente literario a un veneno de efectos
          fulminantes. Una trama aburrida y unos personajes de cartón piedra pueden hacer que un
          editor se tome varios párrafos e incluso varias páginas para rechazar un libro; pero una

          forma de escribir monótona o tosca puede hacer que un editor cierre el libro ante la
          lectura de una sola frase.
               Muchos autores lo consiguen simplemente no fijándose en el lenguaje que utilizan.

          Como escriben deprisa y corriendo, van soltando disparates llevados por el curso de la
          acción. Se diría que estos escritores piensan que los borradores son cosa de nenazas.
          Ahora bien, trabajarse el párrafo no significa hacerlo incomprensible. Aunque algunos

          hallan la recompensa por tan arduo trabajo: consiguen borrar de su libro cualquier frase
          con verdadero significado.
               Si has tomado la firme decisión de que nunca publiquen tus libros, lo mejor que

          puedes  hacer  es  abusar  de  las  palabras  largas.  Una  sola  «extraterritorialidad»  o  un
          «sobredimensionamiento» hábilmente colocados pueden poner fin a cualquier riesgo de
          que publiquen tu novela. Si para describir un hecho basta con una sola palabra sencilla,

          deséchala.  Tus  personajes  deben  «emerger»  de  las  habitaciones,  las  ideas  deben
          «permear» sus actos. Si tienes el suficiente valor para ello, no dudes en que las ideas
          emerjan  de  la  cabeza  de  tus  protagonistas  y  que  la  gente,  o  la  música,  permee  las

          habitaciones. Es más, no te quedes sólo en el nivel en que una frase no queda del todo
          clara. Recuerda que el contexto puede permitir que el lector descifre cualquier frase.

               Nunca confíes en que tu lector va a dar por descontado que un personaje que está
          llorando  está  triste.  Explícalo,  preferentemente  con  el  estilo  que  un  antropólogo
          utilizaría  para  escribir  las  notas  de  su  cuaderno  de  campo:  «Ahora  ella  estaba
          experimentando tristeza. Él estaba autoexpresando su dolor». En caso de duda, usa la

          jerga  psicoanalítica.  Cualquier  posibilidad  de  pulsar  realmente  la  fibra  sensible  del
          lector  en  una  escena  puede  conjurarse  mediante  el  uso  de  palabras  como

          «disfuncionalidad»  o  «antiposicionamiento».  De  hecho,  hay  muchas  jergas  que  te
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