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32 El Tlacuache Domingo 27. 05. 2018 www.elsoldecuernavaca.com.mx/www.elsoldecuautla.com.mx
partir del descubrimiento de la fotografía en normas de representación de cada familia, colectivos a pesar de que sean los sujetos
1839 con el daguerrotipo y a lo largo del siglo reconociéndose a sí mismos emocional e los que realizan la rememoración”, en este
XX, tomar fotos se ha convertido en una prác- indentitariamente. Es así como la fotografía caso es la imagen fotográfica la que ayuda
tica social que cada vez se ha ido extendiendo sirve como estímulo para la construcción y a dar coherencia y articula esas memorias
A más en diversos sectores sociales. La popu- reconstrucción del pasado, y por consi- familiares y sociales.
larización de la fotografía ha tenido que ver con el abara- guiente la memoria de la familia a partir de El reconocimiento del pasado en común
tamiento de las cámaras, y la simplificación de los sus miembros, la cual es una relación com- que hace cada familia no es objetivo, pues
procedimientos técnicos tales como la toma y la reproduc- pleja de los recuerdos de cada integrante de en este proceso se hace una negociación
ción. En el cotidiano, fotografiar era algo que se hacía para una familia pero también compartida co- sobre cómo se ve el propio pasado, donde
el registro de momentos ritualizados en el ámbito familiar, lectivamente, haciendo parte a su vez de lo interviene olvidos conscientes y versiones
el crecimiento de los hijos, fiestas, vacaciones. que varios teóricos han denominado como más o menos autorizadas de la “historia”
Estos procesos han sido abordados por la antropología “memoria colectiva” o “memoria social”. del grupo (Ortiz, 2006). Así, los grupos fa-
desde varios autores, un ejemplo de ello es Carmen Ortiz Para Halbwachs (2004) “la memoria colec- miliares construyen su propia imagen a
García (2006), quien en su trabajo “Una lectura antropo- tiva es una reinterpretación del pasado que través de fragmentos seleccionados de rea-
lógica de la fotografía familiar” señala que la práctica fo- se elabora en el presente cargada de signi- lidades, que denotan la construcción del
tográfica existe precisamente por su función familiar, ficados, donde los recuerdos siguen siendo pasado y la memoria familiar; lo
solemnizando y eternizando los momentos de la vida de
la familia, reforzando la integración de la misma, y dotando
de identidad y pertenencia. Recordemos que desde los
primeros procesos fotográfico, ha existido demanda del
retrato de estudio grupal e individual, este se ha inscrito en
la narrativa de la historia familiar registrando momentos
felices para quienes los han vivido y dejan un documento
testimonial para el futuro.
El archivo familiar es un tesoro que se va heredando de
generación en generación, y que entre otros posee el valor
de “haber estado ahí” funcionando como un testimonio de
los acontecimientos en determinado tiempo, con un valor
más objetivo que el testimonio oral, por ejemplo. También
adquiere el valor de la cohesión pues ante las riñas fami-
liares, las fotografías remiten a vivencias que reunifican a
los integrantes de estas.
Ver nuestras fotografías significa buscar a la gente de
nuestro pasado, o a nosotros mismos en ese pasado, siendo
la experiencia subjetiva de cada miembro de la familia la
que permite que se ubiquen en el tiempo. Junto al testimo-
nio que acompaña cada fotografía cuando se muestra a
otros o por medio de las conversaciones en torno a ellas,
se cumple la función de la creación de “mitos de linaje”,
quedando en este momento explícitas las
Fototeca “Juan Dubernard”, Centro INAH Morelos. No. Inventario 225
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