Page 14 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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—¡No! —exclamé—. ¡No, no! Adelante.
El sendero era tan estrecho que caminábamos en fila india, con él delante.
Me fijé bien en él. Era más alto, mucho más que yo, y delgado y fibroso. Iba
vestido con un traje que recordaba a España. Un largo estoque colgaba de su
cadera. Caminaba con largas y ágiles zancadas, sin hacer ruido.
Entonces empezó a hablar de viajes y de aventuras. Habló de muchos
países y mares que había visto y muchas cosas extrañas. Así que hablamos y
nos internamos cada vez más en el bosque.
Yo suponía que era francés, pero tenía un acento muy extraño, que no era
ni francés, ni español ni inglés, ni como el de ningún idioma que yo hubiera
oído. Algunas palabras las decía incorrectamente y otras no podía
pronunciarlas en absoluto.
—Este sendero es usado a menudo, ¿verdad? —pregunté.
—No por muchos —contestó, y se rio en silencio. Me estremecí. Estaba
muy oscuro y las hojas susurraban entre las ramas.
—Un demonio acecha en este bosque —dije.
—Eso dicen los campesinos —contestó—. Pero yo lo he rondado a
menudo y nunca he visto su rostro.
Entonces empezó a hablar de extrañas criaturas de la oscuridad, y la luna
se elevó y las sombras se deslizaron entre los árboles. Levantó la mirada hacia
la luna.
—¡Aprisa! —dijo—. Debemos alcanzar nuestro destino antes de que la
luna llegue a su cénit.
Nos apresuramos por el sendero.
—Dicen —dije yo— que un hombre lobo acecha en este bosque.
—Es posible —dijo él, y hablamos largamente sobre dicho tema.
—Las viejas dicen —dijo él— que si se mata a un hombre lobo en la
forma de lobo, entonces queda muerto, pero que si se le mata cuando es un
hombre, entonces su media alma acosará a su asesino eternamente. Pero
apresúrese, la luna casi ha llegado a su cénit.
Salimos a un pequeño claro iluminado por la luna y el extraño se detuvo.
—Hagamos una pausa —dijo.
—No, sigamos —le urgí—. No me gusta este sitio.
Se rio sin hacer ningún ruido.
—¿Por qué? —dijo—. Es un claro muy hermoso. Es tan bueno como un
salón de banquetes, y muchas veces me he dado un festín aquí. ¡Ja, ja, ja!
Mire, le mostraré un baile.
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