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--Tenemos que avisarles -dijo Beverly-. Henry no quiere cogerme sólo a mí.
--Pero si salimos y ellos vuelven...
--Al menos nosotros estamos prevenidos. Bill los otros no saben nada. Eddie no
puede siquiera correr.
--Jolín -murmuró Ben-. Tendremos que arriesgarnos.
--Sí. -Bev tragó saliva y miró su reloj. Era difícil ver la hora en la oscuridad, pero
le pareció que pasa de la una-. Ben...
--¿Qué?
--Henry se ha vuelto loco, de verdad. Está como ese chico de "Semilla de
maldad". Iba a matarme y los otros dos estaban dispuestos a ayudarle.
--Oh, no -protestó Ben-. Henry está loco pero no a ese extremo. Seguramente...
--¿Seguramente qué? -inquirió Beverly.
Pensaba en lo que había visto en aquel cementerio de automóviles. Henry y
Patrick. Henry, con los ojos en blanco.
Ben no respondió. Pensaba. Las cosas habían cambiado. Cuando uno era parte
de los cambios costaba verlos. Había que retroceder para percibirlos. Al menos,
había que hacer el intento.
Al terminar las clases Henry le daba miedo, pero sólo porque era más grande y
porque era un matón de los que maltratan a los más pequeños. Eso era todo.
Después, Ben había recibido esos cortes en la barriga. "Después", la batalla a
pedradas, en la que Henry había arrojado los M-80 a la cabeza de la gente; con
esas cosas se podía matar a alguien. Había empezado a cambiar... parecía casi
perseguido por fantasmas. Uno siempre tenía que estar cuidándose de él, como
de los tigres y las serpientes en la selva.
Pero uno se iba acostumbrando al punto en que ya no parecía anormal. Claro
que Henry estaba loco, sí. Ben lo sabía desde el último día de clases, aunque se
negaba a creerlo o recordarlo. Era ese tipo de cosas que uno no quiere creer ni
recordar. Y de pronto, una idea, una idea tan fuerte que era casi una certidumbre,
entró en su mente: ""Eso" está utilizando a Henry. Tal vez también a los otros,
pero a los otros los utiliza por medio de Henry. Y si eso es así, entonces Beverly
ha de tener razón. No se trata de tirones de pelo o de golpes en la nuca durante la
hora de estudio, cuando la señora Douglas lee en su escritorio. No se trata de un
simple empujón en el patio para que uno se caiga y se despelleje la rodilla. Si
"Eso" lo está utilizando, Henry usará el cuchillo."
--Una vieja los vio cuando trataban de pegarme -estaba diciendo Beverly-. Y
Henry quiso atacarla. Rompió el faro trasero de su coche de una patada.
Eso alarmó a Ben. Como casi todos los chicos, comprendía instintivamente que
los niños viven por debajo de la línea visual (y por lo tanto, por debajo de la línea
mental) de casi todos los adultos. Si un adulto iba por la calle pensando en sus
cosas de adultos, nunca prestaba atención a los chicos que jugaban en la acera.
Los gamberros como Henry podían propasarse con los otros chicos, siempre que
se mantuvieran por debajo de esa línea visual. A lo sumo, algún adulto podría
decirles "Vamos, pórtate bien", y seguía caminando sin detenerse a comprobar si
el gamberro se portaba bien o no. Así que el gamberro esperaba a que el adulto
girara en la esquina... y volvía a lo suyo. Al parecer, los mayores pensaban que la
vida de verdad sólo empezaba cuando uno llegaba al metro y medio de estatura.