Page 28 - En nombre del amor
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CAPÍTULO 03 CAPÍTULO 03
El día se perfilaba como otro de tantos en que Gabby se preguntaba cómo era posible que hubiera decidido trabajar en una consulta pediátrica. Después de todo, había tenido la oportunidad de trabajar en la unidad de cardiología en un hospital, lo cual había sido su intención mientras cursaba sus estudios en la Facultad de Ciencias Experimentales y de la Salud. Le encantaba intervenir en operaciones complejas, y le parecía un puesto perfecto hasta que realizó sus últimas guardias y por casualidad le tocó trabajar con un pediatra que le llenó la cabeza de pájaros acerca de la encomiable labor y la alegría insuperable de cuidar a recién nacidos. El doctor Bender, un médico veterano de pelo cano que jamás perdía la sonrisa y que conocía prácticamente a todos los niños en Sumter, Carolina del Sur, intentaba convencerla de que, aunque en cardiología estaría mejor remunerada y seguramente la posición parecía más glamorosa, no existía nada más reconfortante en el mundo como el acto de sostener a un bebé y verlo crecer durante los primeros años críticos de su vida. Normalmente ella asentía sin rechistar, pero en su último día, él forzó la situación emplazando un bebé entre sus brazos. Mientras el pequeñín se dormía, la voz del doctor Bender flotó a su alrededor: «En cardiología todo son emergencias y, por más que hagas, parece que el estado de tus pacientes siempre empeora. Después de unos años, debe de ser agotador. Te puedes quemar muy deprisa, si no vas con cuidado. En cambio, cuidar de un bebé como éste... —Hizo una pausa, señalando a la criatura—. No hay nada más grande en el mundo».
A pesar de la oferta de trabajo en cardiología en un hospital de su pueblo natal, Gabby acabó por aceptar el trabajo con los doctores Furman y Melton, en Beaufort, Carolina del Norte. De entrada le pareció que el doctor Furman no se enteraba de nada, y que el doctor Melton era un sujeto con muchas ganas de flirtear, pero el puesto vacante suponía una oportunidad para estar más cerca de Kevin. Y en cierto modo estaba convencida de que el doctor Bender tenía razón. No se había equivocado respecto a los recién nacidos. A Gabby casi siempre le encantaba tratarlos, incluso cuando tenía que ponerles alguna inyección y sus gritos la sobresaltaban. Los que ya empezaban a dar sus primeros pasos también eran un encanto. La mayoría de ellos eran unas personitas adorables, y le encantaba observarlos mientras se aferraban a sus mantitas o a sus osos de peluche y la miraban con aquella expresión tan inocente. Eran los padres los que la sacaban de quicio. El doctor Bender había olvidado mencionar un punto crucial: en cardiología, tratabas con un paciente que acudía a la consulta por voluntad propia o por necesidad; en pediatría, sin embargo, te las veías con pacientes que estaban a menudo bajo la custodia de unos padres neuróticos sabelotodo. Eva Bronson era uno de los ejemplos más claros.
Eva, que sostenía a George en su regazo, parecía mirar a Gabby con altivez. El hecho de que no fuera técnicamente una doctora y de que fuera relativamente joven provocaba la misma reacción en numerosos padres, que la miraban como si fuera una enfermera sobre-pagada.
—¿Está segura de que el doctor Furman no tiene un momentito para visitar a mi hijo? —La mujer enfatizó la palabra «doctor».
—Está en el hospital —replicó Gabby—. Y tardará en volver. Además, estoy segura de que él le dirá lo mismo que yo. Su hijo está bien.
—Ya, pero sigue tosiendo.
—Tal y como le he dicho antes, los niños pueden toser hasta incluso transcurridas seis semanas después de un resfriado. Sus pulmones tardan más en curarse, pero eso es absolutamente normal.
NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Escaneado por PRETENDER – Corregido por Isabel Luna Página 28


































































































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