Page 56 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
terminó el agua caliente antes de que hubiera tenido tiempo de acabar de ducharse. Genial. Simplemente genial.
«¿Dónde está la gracia?», refunfuñó para sí, enfadada, mientras se ponía ropa limpia. Perfecto. Había llegado el fin de semana y Kevin no estaba. Pero incluso cuando él estaba, los fines de semana ya no eran como cuando iba a visitarla durante las vacaciones, mientras estudiaban. Tenía la impresión de que, por entonces, cada visita resultaba amena, llena de gente y experiencias nuevas. Ahora él pasaba por lo menos una parte de cada fin de semana en el campo de golf.
Se sirvió otra taza de café. Era cierto que Kevin siempre había sido un muchacho tranquilo, y ella sabía que él necesitaba distraerse después de una dura semana en el trabajo. Pero no podía negar que, desde que ella se había mudado a aquella localidad, su relación había cambiado. Tampoco estaba diciendo que la culpa fuera completamente de él, por supuesto. Ella también tenía parte de culpa. Había deseado muchísimo instalarse allí, sentirse cómoda en aquella casa, por así decirlo. Y eso era exactamente lo que había sucedido. Así que..., ¿dónde radicaba el problema?
«El problema es que debería haber algo... más», le decía una vocecita en su interior. No estaba del todo segura de a qué se refería, a no ser que la «falta de espontaneidad» parecía desempeñar un papel fundamental.
Sacudió la cabeza, pensando que estaba haciendo una montaña de un grano de arena. Lo único que sucedía era que su relación estaba atravesando una etapa de inestabilidad. Gabby salió a la terraza y se fijó en la mañana perfecta, casi imposible de superar. Con una temperatura ideal, una ligera brisa, con el cielo totalmente despejado de nubes. A lo lejos, vio una garza que alzaba el vuelo desde la hierba en la orilla y sobrevolaba la superficie del agua bañada por el sol. Con la vista fija en aquella dirección, de repente vio a Travis que bajaba hacia el embarcadero, ataviado únicamente con unas holgadas bermudas a cuadros que le llegaban casi hasta las rodillas. Desde su posición de privilegio, podía ver las estriaciones musculares en sus brazos y en la espalda mientras caminaba. Impulsivamente retrocedió un paso, hacia la puerta corredera de cristal, esperando que él no la hubiera visto. Al cabo de un instante, sin embargo, oyó que la saludaba.
—¡Eh, Gabby! —Agitó el brazo, recordándole a un chiquillo en su primer día de vacaciones de verano—. Qué día más maravilloso, ¿eh?
Travis se dirigió a ella corriendo ágilmente, y la chica avanzó un paso hacia el sol en el preciso momento en que él atravesaba los setos. Aspiró hondo antes de saludarlo.
—¿Qué tal?
—Es mi época favorita del año. —El abrió los brazos en toda su amplitud, como si quisiera abarcar el cielo y los árboles—. No hace ni demasiado calor ni demasiado frío y este intenso cielo azul, sin una sola nube...
Ella sonrió, procurando no caer en la tentación de fijar la vista en los músculos tan atractivos de sus caderas, que, según ella, eran con diferencia los músculos más atractivos en la anatomía masculina.
—¿Cómo está Molly? —preguntó él animadamente—. Supongo que ha pasado bien la noche, ¿no?
Gabby carraspeó antes de contestar. —Está bien, gracias.
—¿Y los cachorros?
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