Page 92 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
encontrar a mujeres hermosas. Había algo en su evidente inteligencia y en su espontáneo sentido del humor que le sugería un profundo sentido del bien y del mal. Belleza y pragmatismo era una extraña combinación; sin embargo, dudaba que ella fuera consciente de poseer tales virtudes.
Cuando Gabby volvió a aparecer por la puerta, las brochetas estaban listas. Travis colocó un par en cada plato junto con unas rodajas de pina, y los dos se acomodaron delante de la mesa. A lo lejos, la superficie del río, totalmente lisa, reflejaba el cielo como un espejo, una quietud que únicamente se vio interrumpida por una bandada de estorninos que pasó volando por encima de sus cabezas.
—Está delicioso —dijo ella.
—Gracias.
Gabby tomó un sorbo de su cerveza y señaló hacia la barca. —¿Piensas volver a salir mañana?
—No lo creo. Mañana probablemente saldré en moto. —¿También tienes moto?
—Sí. Cuando estaba en el instituto me compré una Honda Shadow modelo 1983 hecha polvo, con la intención de arreglarla y revenderla para sacar un provecho. Pero digamos que restaurarla no fue tan fácil, y dudo que alguna vez consiga sacar algo de beneficio si la vendo. Aunque puedo decir que la monté entera yo sólito.
—Debe de ser gratificante.
—«Inútil» es probablemente la palabra más apropiada. No es muy práctica, ya que suele averiarse a menudo, y casi es imposible encontrar repuestos originales. Pero, ¿acaso no es ése el precio de poseer una pieza clásica?
La cerveza le estaba sentando de maravilla, y Gabby tomó otro sorbo. —No tengo ni idea. Ni siquiera cambio el aceite de mi propio coche. —¿Has montado alguna vez en moto?
—¡Huy, no! Demasiado peligroso.
—El peligro depende más del conductor y de las condiciones de la carretera que de la moto. —Pero la tuya se avería con facilidad.
—Es cierto. Pero me encanta vivir a tope.
—Ya me había percatado de que ésa es una de tus principales características.
—¿Y te parece buena o mala?
—Ni buena ni malo. Pero es definitivamente impredecible. Y me cuesta asociar esa forma de ser con el hecho de que seas veterinario. Me parece una profesión muy estable. Cuando pienso en un veterinario, automáticamente me imagino a un hombre hogareño, junto a una esposa totalmente dedicada a las labores del hogar y que lleva a sus hijos al ortodoncista.
—En otras palabras, aburrido. Como si lo más divertido que pudiera hacer fuera jugar al golf.
Gabby pensó en Kevin.
—Hay cosas peores.
—Sólo para que lo sepas, soy un hombre hogareño. —Travis se encogió de hombros—. Salvo que aún no he formado mi propia familia.
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