Page 91 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Una vez decidido, se miró una última vez al espejo y, complacida con el resultado, atravesó la puerta de cristal y empezó a cruzar el césped.
Mientras Gabby se abría paso entre los setos y aparecía por un extremo del jardín, Travis percibió el movimiento de reojo y no pudo evitar girarse y quedársela mirando descaradamente mientras ella se acercaba. Cuando se encaramó a la tarima de madera, él notó un extraño cambio en el ambiente, que lo pilló por sorpresa.
—¡Hola! —lo saludó—. ¿Falta mucho para la cena?
—Un par de minutos —contestó él—. Has llegado justo a tiempo.
Gabby miró con avidez las brochetas con los langostinos, los pimientos de un intenso color rojo y las cebollas. Como reacción ante la suculenta visión, su estómago rugió.
—¡Vaya! —exclamó, esperando que él no hubiera oído el rugido—. ¡Qué buena pinta tienen!
—¿Qué quieres para beber? —Señaló hacia un rincón—. Me parece que todavía queda alguna cerveza y alguna limonada en la nevera portátil.
Mientras ella cruzaba la tarima, Travis intentó ignorar el suave balanceo de sus caderas, preguntándose qué mosca le había picado. Miró cómo ella abría la tapa de la nevera, hurgaba en su interior y sacaba dos cervezas. Cuando regresó y le ofreció una, dejó que los dedos de Gabby rozaran los suyos. Abrió la tapa y tomó un largo trago, sin apartar la vista de ella por encima de la línea de la botella. En el silencio, Gabby desvió la mirada hacia el agua. El sol, colgado sobre la copa de un árbol, todavía brillaba, pero su calor había disminuido y las sombras empezaban a extenderse gradualmente por el césped.
—Por eso compré esta casa —dijo finalmente ella—. Por esta vista maravillosa.
—Preciosa, ¿verdad? —Travis se dio cuenta de que la estaba mirando fijamente mientras lo decía, e intentó apartar de la mente las implicaciones subconscientes. Carraspeó antes de volver a hablar—: ¿Cómo está Molly?
—Oh, muy bien. Está dormida. —Echó un vistazo a su alrededor—. ¿Y Moby?
—Creo que se ha ido al otro porche. Ha empezado a aburrirse al ver que no pensaba darle las
sobras de lo que estoy cocinando.
—¿Le gustan los langostinos?
—Come de todo.
—Pensaba que sería más selectivo —soltó mientras le guiñaba un ojo—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
—No. A menos que no te importe sacar unos platos de la cocina.
—No es ninguna molestia —aseveró—. ¿Dónde están?
—En el armario a la izquierda del fregadero. Ah, y la piña, también. Está sobre la encimera. Y el cuchillo. Debería de estar por ahí encima, a la vista.
—Ahora mismo vuelvo.
—¿Y te importaría traer cubiertos, también? Están en el cajón al lado del lavaplatos.
Tan pronto como ella entró en la casa, Travis se puso a estudiarla. Definitivamente, había algo en Gabby que lo atraía. No se trataba simplemente de que fuera atractiva; por todos lados podía
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