Page 249 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                           239



            muy lejos. No ganaba sueldo. Pero por lo menos te invitaré un trago
            de whisky por nuestro reencuentro. ¿Estás yesca? Claro, si no tenías
            ni para pagar a esa mujer. Gracias que me salvaste la vida hermano.
            Nada de hermano, hermano es aquella que parió a mis hermanos.
            Bueno vamos y busquemos qué hacer con la plata que tienes. Gastón
            Durango debe estar pensando que estoy metido en un lío y debe estar
            ladrando de hambre. Vamos a buscarlo y así los tres juntos asaltamos
            un banco. ¿Vamos? Vamos.

            Abordaron a un taxi hasta la habitación por el barrio “Once por Ciento”
            donde vivían este parcito de angelitos. Durango estaba a punto de ladrar
            de hambre por falta de un cheruje. Antes de embarcarse en el taxi, com-
            praron pacumutos de carne, de ubre, yuca y arroz.

            -Bueno, te sigo contando mi atribulada vida –continuó relatando “el
            Gigante”. Quiero decir que desde pequeño siempre estuve bajo ge-
            neraciones y generaciones de miserables, me curtieron a palo. Des-
            pués los conocí a ustedes dos por el extremo sur de Tarija y matamos
            a un hombre, huí a la Argentina y ustedes huyeron para la ciudad de
            Santa Cruz de la Sierra en un camión que transportaba contrabando.
            Eso pasó hace muchos años, recuerdo que vivíamos de dictadura en
            dictadura. Yo creo que hace más de 30 años”.

            “Yo era una especie de esclavo. Nunca me pagaban, trabajé unos
            dos años con un comerciante de mulas, otro año fui ladrillero,
            otro año fui bagallero con los contrabandistas que internaban pro-
            ductos a Bolivia. Y un día me marché a rodar del mundo en busca
            de mi destino. Lo bueno es que fui adquiriendo una fuerza des-
            comunal, porque escuché por ahí “las fuerzas son criadas”, fui
            creciendo descomunalmente y ahora soy un gigante y correoso.
            Llevé palo a diestra y siniestra porque así es la vida, se aprove-
            chan de tu nobleza”.
            “Los conocí a ustedes y luego de aquel incidente me marché al norte
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