Page 288 - LIBRO SANTACRUZ
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          La primera vez que intentaron asesinar a Euclides Santacruz, fue la
          tarde del 10 de marzo de 1997, fue la peor acción criminal planifi-
          cada. La premura por llevar adelante el atentado hizo olvidar muchos
          detalles al capitán Bordenave; arriesgó todo y le salió el tiro por la
          culata. Desde temprano una camioneta Ford Ranger estuvo estacio-
          nada en una de las aceras de la plazuela Humboldt, a bordo del vehí-
          culo dos hombres dialogaban y fumaban cigarrillos. Los dos hombres
          no quitaban la mirada a “El Rascacielo” cruceño, especialmente a la
          segunda planta,  donde estaba la sede de Arenal, personas que entra-
          ban y salían ajenas al peligro, nadie sospechaba que habría un aten-
          tado, era una tarde calurosa típica de marzo.

          Por la avenida Charcas cruzan decenas de vehículos de todo tipo,
          unos se dirigen a la avenida Santa Cruz y otros a la avenida Argo-
          mosa.  Como dije, nadie se percató de la presencia de la camioneta.
          El capitán Bordenave fuma ansioso, quienes orquestaron el mag-
          nicidio querían saber hasta dónde llegaban las oscuras intenciones
          de Capablanca, es decir quieren ver acción, resultados. El capitán
          Bordenave recuerda el asesinato del dictador dominicano Rafael
          Leónidas Trujillo Molina cuando un grupo de militares enemigos
          del régimen tomaron la fría decisión de asesinarlo, prepararon el
          complot y el crimen. Y así como él y “el Matador”, estaban aquella
          vez en Ciudad Trujillo: Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la
          Maza, Amadito García Guerrero, Pedro Livio Cedeño y Huáscar
          Tejeda. Esperaron horas y horas también a bordo de un vehículo
          para matar al Benefactor en una avenida en Ciudad Trujillo. Y lo
          mataron.

          En esa tarde calurosa el capitán Bordenave fuma y recuerda su tra-
          bajo en otras ciudades, los recuerdos han ido borrándose de su
          mente. Junto al capitán Bordenave estaba un matón a sueldo que
          en el mundo del hampa se lo conocía como “el Matador”, lo con-
          trató Carbonero Del Monte. Fue contratado para un trabajo rápido
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