Page 31 - LIBRO SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                             19



            acercaba a su mesa. Vestía un vestido rojo largo, llevaba un bolso
            grande en la mano derecha, era una figura despampanante, deslum-
            brante, espectacular, impactante. Como ya dijimos, Dominique Fon-
            taine era una mujer alta, un cuerpo perfecto y esa noche fue la
            sensación en el local Macondo, todos los ocasionales clientes que-
            daron admirados por tanto glamour, ni más ni menos ella tenía la
            apariencia de una actriz cinematográfica. Euclides Santacruz quedó
            admirado primero y confundido después porque imaginó que en ese
            bolso ella llevaba un revólver Mágnum 38 corto y se dijo a sí mismo
            “es el arma para matarme”.
            Macondo era un edificio de dos plantas, en la planta baja estaba el
            restaurant Macondo y en la planta alta la discoteca Macondo, allí fue
            donde Katty engatuzó a Richard Sepúlveda no hacía mucho tiempo.
            Pulgarcito y Bailón Reilón vieron llegar a Mata Hari y estacionaron
            el Mercedes Benz junto a la Ford Ranger, todo sigilosamente.
             El hombre nacido en una ciudad a orillas del mar Tirreno mira todos
            los movimientos, tiene una pistola para matar a Mata Hari.
            -¿Usted es Simone Candau?
            -Por supuesto.

            -Asseyez-vous mademoiselle
            -Merci monsieur.

            Dialogaron varios minutos, mientras ella bebía algo el candidato
            bebía un whisky. Un movimiento en falso y él sería ejecutado, como
            Virgil Sollozo.

            Del asombro por la belleza de la mujer, Euclides pasó del triunfa-
            lismo al miedo y terror. En realidad había pensado en un momento
            enamorar a la perturbadora mujer. Luego el candidato se sintió te-
            meroso, cohibido, presentía que ella iba a matarlo en ese preciso ins-
            tante. Un extraño miedo se poderó de su cuerpo, tal vez afectado por
            el neuroticismo, se sintió abatido y derrotado de antemano
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