Page 344 - LIBRO SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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pos Melgar, Giácomo Benvenuti y otras tres que no fueron identificadas,
asimismo se conoció que daban por cerrado el caso. Anastasio Santa-
cruz volvió a insistir que él dejaba de continuar financiando a Arenal,
una comisión tendría a su cargo una auditoría para recuperar una cuan-
tiosa suma de dinero, estaban bajo sospecha dirigentes de cinco depar-
tamentos, porque no rindieron cuentas de la campaña electoral de 1995.
Miles de seguidores del diputado Euclides Santacruz Piérola quedaron
frustrados por no participar en los comicios presidenciales, la suerte es-
taba echada, el potencial candidato presidencial descansaba en paz en
un conocido cementerio de la ciudad. Lo más lamentable de todo era
que Arenal había dado pasos gigantescos en los tres últimos años y se
perfilaba como una opción política para millones de bolivianos.
Varios años después de su muerte, seguidores nostálgicos del hombre
llegado de “El Paraíso Escondido” continuaron dejando flores en su
tumba, entre ellos Alejandra Centurión. En la capital cruceña no se
habló de otra cosa en mucho tiempo, mientras ya Bolivia había tenido
cinco presidentes.
Tras la muerte trágica del candidato Euclides Santacruz se hacían hi-
pótesis, conjeturas, suposiciones, teorías, posibilidades, se sopechaba
de tal y de cual del magnicidio. Se dialogaba y se discutía en los cafe-
citos de la monseñor Rivero, en las reuniones de las frater, en los pasillos
públicos, en los hogares, en los círculos sociales, etc. Todos opinaban
y emitían su punto de vista. Todos volvieron a insistir que Euclides fue
demasiado confiado con sus más cercanos colaboradores. Otros opina-
ban que el diputado nacido en “El Paraíso Escondido” se convirtió en
un hombre calculador, frío y sobre todo ambicioso. Lo que nadie pudo
conocer es que en Nueva York, un día, Alejandra estaba en el consulado
boliviano y por casualidad conoció a Flora Piérola. Entablaron amistad,
y lo que nadie se enteróque la madre de “Tres PPP” le confesó que su
hermana Encarnación Piérola lo ponía al tanto de todo lo que sucedía