Page 119 - CATEQUISTA-INICIACION
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Apenas nota su deseo de volver, entra en
acción, pero no con el rigor que hubiéramos
imaginado, sino con un cariño fuera de se-
rie.
Ese padre, en verdad, ¡es una madre! Por
eso se está hablando cada vez más de Dios
Padre-Madre. El autor del cuadro de la de-
recha, Rembrandt, pintó una mano femeni-
na y otra masculina en ese padre
¡descúbranlo!
Además no es un padre serio, adusto, sino
que le gusta festejar: ¡Arma una fiesta para
el hijo loquito que volvió!
La Parábola en nuestra vida
No pensemos que la parábola se refiera sólo a nuestros hijos o hijas rebel-
des. Ahora nos aplicamos la parábola nosotros adultos, los padres y familia-
res, porque también nosotros nos portamos a veces como ese hijo alocado.
El dios enojado, perseguidor, acusador, que muchos tenemos en mente,
no existe. O es un ídolo, inventado para asustar a los niños y a las perso-
nas con poca formación.
El verdadero Dios, aquél que Jesús nos ha mostrado, es el Dios de la Mise-
ricordia y la ternura. Jesús se dedicó a comunicarlo acercándose a los
marginados, a los considerados pecadores, a los alejados, para darles el
perdón y el cariño de Dios.
También nosotros, en este momento de nuestra vida, sea cual sea la edad
que tenemos y la situación que vivamos, ya tenemos experiencia de ese
camino “lejos de la casa del padre”. Ya tendremos experiencias de sufri-
miento y de pecado; por eso necesitamos su abrazo misericordioso.
No temamos: nada logra vencer ese corazón inmenso de nuestro padre
Dios. Abramos el corazón a su perdón. Un perdón que nunca humilla sino
que refuerza nuestra dignidad humana y la condición de hijos e hijas; nin-
gún pecado puede borrar esa dignidad.
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