Page 208 - Libro Catecumeno
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más sagrada del año litúrgico. Y cada domingo es el recuerdo de la
                  Pascua; por eso en ese día alabamos al Padre que ha librado a su
                  Hijo de la muerte y hace triunfar su vida en nosotros.
                    Como en los primeros años de la Iglesia, en esa noche santa,
                  también ahora la Iglesia, como madre fecunda, hace nacer a sus
                  nuevos hijos por los Sacramentos de Iniciación.
                                        A
                    5. UNA VIDA NUEVA
                    5. UNA VIDA NUEV
                    En esa noche santa los catecúmenos nacen en la Iglesia como
                  hijos e hijas de Dios y miembros de su pueblo:
                    Cuando Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede nacer de nuevo un
                  hombre, siendo ya viejo?” (Cf. Jn 3,4ss), Jesús le respondió: “Nadie
                  puede entrar en el reino de Dios si no nace del agua y del Espíritu.
                  Lo que nace del hombre es humano; lo engendrado por el Espíritu,
                  es espiritual”. La noche santa de la Pascua nacerás de nuevo, en
                  Cristo.
                    Éste es el regalo que el Padre te ofrece gratuitamente, por
                  Jesucristo su Hijo amado: la posibilidad de participar en su muerte
                  –muriendo a todo lo que es pecado- y, por el Espíritu Santo vivir su
                  resurrección, en una vida que será continuación de la vida de Cristo.
                    El corazón se estremece de gratitud y admiración: ¿es posible
                  eso?, ¿es verdad que Dios, el mismo Dios, me adopta como hijo/
                  hija? Eso mismo se preguntaban los cristianos de las comunidades
                  de Juan; por eso él les responde en su primera carta (1Jn 3,1-2):



                       “Miren qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre:
                       que nos llamamos hijos de Dios y ¡realmente lo somos!
                       Por eso el mundo no nos reconoce, porque no lo reconoció a él.
                       Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha
                     manifestado lo que seremos.
                       Sabemos  que,  cuando  aparezca,  seremos  semejantes  a  él,  porque  lo
                     veremos tal como él es”.



                    ¿Puede ocurrirnos algo más grande en la vida? Ya no estaremos
                  solos: Jesús nos acompaña, camina a nuestro lado y nos da fuerza
                  para “vivir siguiéndolo a él”, como sus discípulos/as. Así seremos






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