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Especial: Marco Martos Carrera


                                                      El rey Darío




                                           Vencido en la batalla el rey Darío,
                                           frágil, rasga al aire, desesperado.
                                           Miren, soldados, en lo que ha quedado
                                           el que gritaba su desafío:
                                           hosco camina por los pasillos
                                           del palacio del reino de los persas,
                                           escucha sólo opiniones adversas,
                                           nadie lo saluda, todos son cuchillos.
                                           Bastaba una palabra suya, seca,
                                           para cambiar destinos de la gente,
                                           Persia es un sueño, Darío, accidente,
                                           voluntad del destino que lo trueca.
                                           El tiempo, eterno rey, es el que prescinde
                                           de Darío, zozobra que se rinde.



                                                                   Del libro En las arenas de Homero (2010)



                                                   Viento del Perú





                                        Mi patria queda en los acantilados,
                                        en esa parte que llaman La Punta,
                                        frente al mar, en la bahía de Paita,
                                        en las noches tranquilas del verano.

           54                           Mi patria queda en la blanca luna
                                        que me asombraba en días de mi infancia.

                                        En todos los lugares soy extranjero,
                                        cabal ejemplo de un desterrado.
                                        París, Madrid, sí han sido muy gentiles,
                                        como Grenoble y tal como Ayacucho.

                                        Cuando arribo a numerosas ciudades,
                                        soy un fantasma que firma en los hoteles,
                                        solo un aroma que va caminando,
                                        un viento del Perú que sopla suave.




                                                                                Del libro Vespertilio (2012)
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